El pasado 16 de octubre se cumplían 40
años de un hecho que cambió para siempre la historia de la música.
Tal día como ayer, hace exactamente cuatro décadas, Alaska y Nacho
Canut se conocieron en el Rastro de Madrid y desde entonces, por
suerte para todos, se hicieron inseparables. Ella iba acompañada por
“El Zurdo” y Nacho compartía puesto con Carlos Berlanga. De
aquella primigenia unión surgió Kaka de Luxe, engendro con
pretensión de fanzine y aspirante a grupo musical que sirvió como
génesis de aquello que luego se llamaría la “Movida”. Brecha
inicial del punk ibérico, la banda contó con colaboraciones, más o
menos fugaces, como las de Campoamor, Enrique Sierra o Bonezzi. La
selección natural hizo mella y el experimento iniciático mutó a
Pegamoides y luego Dinarama, proyectos que dieron brillo a la edad de
oro del pop español. Y por fin, a finales de los 80, se fundó
Fangoria, una corporación multidisciplinar con la música como base
nuclear. El proyecto se hundió en el más absoluto underground pero,
a mi parecer, Alaska y Nacho iniciaron una de sus etapas más felices
y libres de su carrera. La experimentación con el sonido les llevó
a la marginalidad comercial, la misma que les vio unirse años atrás.
El Sonar les recuperó y consiguió darles ese empujoncito que les
impulsará de nuevo a la cima del éxito comercial una vez comenzado
el nuevo siglo. Ahora se acercan a la vejez con la tranquilidad de
haber conseguido el éxito, de haber logrado sus metas y ser una de
las uniones más fructiferas para el pop y la música electrónica.
¡Larga vida a Fangoria!
Larga vida a sus majestades
ResponderEliminarF A N G O R I A