domingo, 12 de mayo de 2024

UN SÁBADO EN EL MILAGROS DE BARRIKA

 

El local del que hoy escribo en este blog lleva abierto desde el año 2001 y aunque en la actualidad sea toda una odisea resistir en el mundo de la hostelería tanto tiempo, en Barrika se produce un milagro que perdura desde hace más de dos décadas en forma de restaurante y algo más. Dejarte caer en su precioso espacio para tomar algo en su jardín mientras recibes la brisa del mar o comer sus riquísimos platos con los que fusionan la gastronomía asiática y latinoamericana mientras escuchas musiquita de la buena pinchada por un deejay siempre resulta ser un plan bien. Por eso no había excusa y hace un par de fines de semana tocaba desperezarse y acercarse por allí, además había fiesta de mis queridísimos Wonderful Bilbao o lo que es lo mismo, G. Klandestino y Mikel Ebro a los que se le sumó Alberto Villa. 

Pasadas las 21.30 aparcamos el Ferrari a las puertas de la casa Milagros y la glotonería se apoderó de los comensales, arramplamos con la carta y no dejamos tataki con cabeza. Los edamames son para hacerse adicto y el postre de piña es top. Claro, si a eso le sumamos la pinchada que se marcó el gran Mikel Ebro, canela fina es poco. ¿Sabes lo que es chuparte los dedos mientras escuchas de fondo un temazo de Depeche Mode? Pues lujo, lujuria y bohemia de 18 kilates.  

Y mientras estábamos con el postre, la cosa iba cogiendo decibelios. En ese instante aparecieron por la puerta Gontzal Klandestino y Alberto Villa con ganas de marcha porque llegaban de arrasar en un tardeo montado en el Balcón de la Lola pero querían más. Así que mientras iban llegando más entusiastas del bailoteo, ellos se afanaban en colocar altavoces a tutiplén, retirar muebles, organizar una pista improvisada y yo, por mi parte, absorto finiquitando ese mojito que me sabe a menta, ron y divinidad. 

Sube Alberto Villa a los platos y comienza a pinchar temitas como hacía tiempo no escuchaba. Ni rastro de reggaeton, ni rastro de perreo, ni rastro de la patxanga, volver a oír música electrónica en forma de house y cualquier sonido adyacente mezclado con la clase y maestría que sólo ellos saben. Los beats se van apoderando del ambiente y la gente no se resiste a bailar. En la audiencia, por su parte, no abundaba el selfie, eran gente de la vieja escuela con algún que otro chaval cansado de tanto twerking, esa gente que vivió la época donde se bailaba sin mirar la hora. Y es que el asunto no tenía fin programado, seguramente la apertura la marcase el amanecer. ¿Para recomendar? Por supuesto ¿Para repetir? Siempre. Milagros así no son fáciles de ver y mucho menos de bailar. 

lunes, 6 de mayo de 2024

MUERE FÉLIX DANIEL Y BILBAO SE DECOLORA

 

El pasado lunes 29 de abril nos enterábamos por el Instagram de Chico y Chica que Félix Daniel nos decía adiós un día antes. Tuve la suerte de conocerle y pinchar junto a él gracias a un sarao organizado por DJ Azofra hace ya unos cuantos años. Desde entonces coincidimos en alguna ocasión y nos seguíamos por redes.  Félix era un tío genial, que supo mantener su niño interior a buen recaudo y atesoró una mirada de curiosidad a todo lo que le rodeaba. Félix era color y contrapunto, era libertad y diversión.  

Desde hace unos días la prensa se ha hecho eco de su figura y las redes se han inundado de homenajes, fotos y palabras de agradecimiento. Félix era la discreción a todo color, la humildad a todo volumen. ¿Esa paradoja podía ser posible? Perfectamente. 

Militante de un activismo llenapistas, sacudió, sin piedad, el habitual gris plomizo de bilbao, agitando una ciudad que se aburguesaba por momentos, a base de lo que algunos llaman modernidad 

Verle pasear por el Casco Viejo te hacía sentir más cercano a ciudades cosmopolitas y abiertas como Londres, a la que amaba, con sus propuestas estéticas alejadas del aburrido convencionalismo y carentes de tabúes innecesarios. Él, que fue modista y diseñador, hizo desfilar sus creaciones por diferentes pasarelas, ganando premios y abriendo su propia tienda de moda: Poliéster. 

Su otra gran pasión era la música y no dudó en hacer bailar al personal en lugares tan recordados como el Convento o el Patio de mi casa. Su fama iba más allá del Botxo y en Madrid Pedro Munster, Nacho Canut o la mismísima Alaska posteaban en redes un recuerdo para Félix. Inclasificable en cuanto a estilos, tenía cierta debilidad por el electropop. Es por ello el que no fuese casualidad que pusiera voz a la canción “Tú lo que tienes que hacer” de Chico y Chica, en realidad un regalo del dúo por su 30 cumpleaños y a la postre todo un himno. Un himno donde se dice que tú lo que tienes que hacer es ponerte el abrigo al revés, tener estilo propio, no dejar de hacer las cosas por lo que digan de nosotros, es prepararte y salir con gente moderna, y bailar en una discoteca. Un himno a Félix Daniel. 



lunes, 22 de abril de 2024

UNA NOCHE EN EL BAR KEY


Este sábado, tras un breve parón en su actividad cabaretil, Yogurinha Borova regresaba a los escenarios noctámbulos y que mejor excusa podía yo tener para desperezarme y acudir a uno de mis lugares favoritos del mundo mundial, el pub Key. 

Escondido en una calle trasera del Ayuntamiento de la capital vizcaína, el bar regentado por el incombustible Asier Bilbao, fue el lugar donde disfrutar, una noche más, inmersos en el contrapunto a tanta normalidad, a la excesiva uniformidad y el abrumante aburrimiento. En un mundo con la piel cada vez más fina y la corrección política como bandera autoritaria, el pequeño bar de la calle Cristo continua fiel a su militancia espartana y cada fin de semana pone en valor sus principios, esos que provienen de la lentejuela y plataforma, floreciendo como un oasis de libertad y generando una bocanada de diversión sin prejuicios.  

El público, siempre libre y respetuoso, se conformaba de un pupurrí variopinto donde la diversidad era tal que sientes estar en lo que yo entiendo que debe ser una gran ciudad, ¡cuánto debe Bilbao a este garito! Y es que en un momento dado hasta me pareció ver por allí a una joven Grace Jones de pelo rubio. 

En el escenario, el maestro de ceremonias de semejante circo volvió a firmar un show que podría dejar como "el chico de los recados" al mismísimo Juan Dávila. Un show donde no dudó en mover la cola al ritmo de “El Colorines” (referencias, querida), un show donde Yogurinha reivindicó la pluma y lo distinto, un show donde cantamos al unísono “A quién le importa lo que yo haga” y bailamos, sí, una vez más, la coreografía de la gran Rafaella Car, Felici, , . Esa felicidad que nos transmitís con tanto arte y que sólo vosotros dos sois capaces de hacer de semejante manera.