A la mente se me viene el circo que se montó cuando las Vulpess cantaron en Televisión Española "Me gusta ser una zorra" en 1983 y amplios sectores conservadores comenzaron a vociferar. Era obligatorio acallar tanta libertad, era cuestión incondicional poner el bozal a ellas, al programa "Caja de Ritmos" y al propio canal.
Hoy, 35 años después, en pleno siglo XXI, que la gente se sienta herida y vea horrible que una mujer enseñe las tetas durante dos minutos en un concierto que tiene lugar a las tantas de la madrugada es simplemente para no dejar de enseñarlas porque la hipocresía y la censura necesitan de alegatos, impostura, escándalo y valentía. Mucho más, por desgracia, de lo que yo pensaba.
Fuente: el Periódico Lunes 10-09-2018
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