lunes, 30 de marzo de 2015

STUDIO 54, LA DISCOTECA

A finales de los años 70, en pleno auge de la música disco y en el epicentro de la escena nocturna más agitada y canalla, la de Nueva York, nacía la discoteca por excelencia, Estudio 54. 
El antiguo teatro San Carlo Opera House, posteriormente reconvertido en estudios de televisión, fue el emplazamiento seleccionado por Steve Rubel, Ian Schraeger y Jack Dushey para erigir el nightclub más famoso de la historia donde los palcos hacían de reservados perfectos para la lujuria y desenfreno sexual y el sótano, reconvertido en zona VIP, escondió hipérboles de hedonismo estratosférico. 
Cada noche, decenas de personas, se acercaban a la puerta de la sala con el sueño de compartir pista junto a Liza Minnelli, Calvin Klein o Warhol. Allí el equipo de porteros se dedicaba a descartar gente gris y clónica, intentando aunar una clientela original, divertida y heterogénea. Y así, bajo el cuadro Hombre de la Luna, donde se reverenciaba el consumo de cocaína, los congregados bailaban en un ambiente libre y libertino donde el exceso era en exceso y el placer un dios al que idolatrar. 
La fantasía al servicio del goce, los límites se dejaban en la calle y los decibelios siempre iban aliñados de química y despendole. Fueron casi cuatro años para crear una leyenda, un icono que todavía hoy perdura y sirve de referencia a vividores y templos del vicio y la diversión.



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