Como bien saben los que me siguen a través de mi
Instagram, esta pasada Semana Santa tuve la suerte de disfrutarla en Haro. Y como no todo allí fueron procesiones y vino, la noche, sobre todo la del jueves, fue espectacular en cuanto a público. En esta localidad riojana, antaño con una vida nocturna agitadísima, sobrevive hoy con un puñado de locales y propuestas muy interesantes.
Me gustaría destacar por su amplitud, sus espectaculares terrazas y las zonas interiores de las salas al
Arrauri, el
Tres y el
Huerto. Si te acercas por alguno de ellos podrás disfrutar de la mejor música comercial, pop, electrolatino y dance actual. Eso para los que vayan a lo seguro pero a mi me gusta el riesgo y no podía quedarme bailando toda la noche a Juan Magan y compañía, así que tocaba moverse por la noche jarrera. Y sin buscar demasiado encontré dos tesoros noctámbulos:
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El Parque, una autentica joya de local donde gentes de todas las edades, sobre todo mayores de 45 (ellos saben lo que es bueno) cogen el micro como si no hubiera mañana y se lanzan a interpretar sus canciones preferidas. Allí suenan, sobre todo, temazos ochenteros de pop, rock y baladas. Música ligera cantada como perros siendo atropellados por un camión o de una forma sublime por quien dejaría a la altura del betún a los concursantes de "La Voz".
El karaoke mantiene ese tipo de decoración rollo sala de fiestas de los años 70 que tanto me gusta pero sin recargos ni moquetas.
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Zen Club, ubicado frente al no menos genial
Brutal Zone, esa noche se salió. Musicón house del más durillo para darle a la zapatilla y quemar las últimas horas de la noche. El local estaba repleto pero al ser de un tamaño más que aceptable el agobio era imposible. Me sorprendió muchísimo encontrar música electrónica y más aún que sonara con la potencia que lo hacía. Sesionaza.
Desde luego, una noche, la de Haro, que vale la pena conocer y potenciar.
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