lunes, 14 de septiembre de 2020

DOS RAYOS DE POP

 

En estos tiempos de oscuridad y pesadumbre con el bombardeo incesante de malas noticias, por el altavoz me ha entrado dos rayos de pop con el fin de dar cierta luz y color a un verano atípico que se despide esta misma semana. Pero antes de decirle adiós al estío más atípico mis queridas Monterrosa se han unido a Miqui Brightside para sacar su canción del verano, que por no haber, ni eso ha habido. "Calor" es un single con reminiscencias noventeras y letra tórrida que se encuentra dentro del proyecto «Home Feat Jägermusic».

Las altas temperaturas han hecho que el dúo más fantástico del electropop se hayan dejado producir, por vez primera, con un resultado que te empuja a bailar, donde quiera que hoy se pueda hacer eso. El temazo, porque lo es, habla de sexo iniciado desde un mensaje privado en cualquier red social y mucho fuego, asi que saca tu mechero y que suba la temperatura.


Por su parte Chico a Chica han publicado un tema que dignifica al electropop con una producción que es una maravilla total. Como sólo ellos lo saben hacer, sepultado por la necesaria frivolidad que exige el guión, siempre esconden un mensaje latente en lo más profundo de sus canciones. De la chistera han sacado ahora "Mosquita Muerta", un tema elegante donde manejan el retruécano como nadie. Y esto es sólo un adelanto porque parece ser que en el 2021 nos presentarán nuevo álbum.

De momento me quedo bailando lo que nadie se atrevió a decir, hay demasiada fresca que va de mosquita muerta.



domingo, 13 de septiembre de 2020

LA SALA BBK CELEBRA SU DÉCIMO ANIVERSARIO


Desde el 26 de septiembre y hasta el 28 de noviembre la sala ha programado 18 conciertos para un aforo limitadísimo de 100 personas y la posibilidad, eso sí, de poder disfrutarlos a través de sreaming.

Las entradas ya se encuentran a la venta a un precio super asequible de 10 euros más gastos en la web salabbk.bbk.eus, en la que también se encuentra disponible el calendario de actuaciones.

BBK abrió en 2010 las puertas de esta sala multiusos ubicada en la Gran Vía de Bilbao como "un espacio abierto a la difusión cultural y a todo tipo de eventos sociales y solidarios que se ha convertido a lo largo de la última década en referente de la vida cultural en la capital vizcaína".

En este sentido, sus responsables han recordado que su objetivo siempre fue integrarse en el circuito cultural de Bilbao, "siendo quizás la ultima gran infraestructura en incorporarse al circuito de la ciudad donde cada uno tiene su propia posición".

Esta será la muy acertada y diversa programación para un cumpleaños que, sin duda, dará vida a un otoño culturalmente apagado.


PROGRAMACIÓN

26/09 ENE KANTAK 

26/09 LOS PUNSETES + NOGEN

02/10 ANA GUERRA + LORELEI GREEN

03/10 EL COLUMPIO ASESINO + HAKIMA FLISSI

10/10 DON PATRICIO + XSAKARA

16/10 LOS SECRETOS + BRINGAS

23/10 NACHO VEGAS + AIRU

14/11 SIDONIE + GARBAYO

27/11 ZETAK + SKAIKETAN

28/11 BALOREAK

viernes, 4 de septiembre de 2020

UN BAR MODESTO


Cuando en 2012, sólo había ecos de una fiesta pretérita que nos recordaba lo que fue la otrora bulliciosa Barrenkale, Carlos y Jaime decidieron abrir un pequeño local con enorme alma donde siempre fue bien recibido quien por allí se dejara caer. Al entrar no era difícil percibir que el lugar había sido una tradicional taberna de txikiteros en pleno Casco Viejo de Bilbao, el mejor lienzo donde plasmar el espíritu abierto, libre y divertido de la nueva propuesta. Allí entró el colorido, las palmeras, el neón, el leopardo y hasta una Reina Madre que te daba la bienvenida. 

Decir que aquello era un bar es quedarse corto, es una enorme simplificación que constituye infravaloración o incluso el insulto. Aquello, en realidad, fue un punto de encuentro para la gente más moderna y desprejuiciada de Bilbao con ganas de diversión, charla y compartir ideas. Aquello fue un centro cultural con exposiciones de fotografía, pintura o lo que se terciara. Un espacio donde la posmodernidad se vivía de verdad y no limitándose a confomar una mera exhibición en determinadas sucursales de determinadas marcas, como ocurre con en el Guggenheim. Aquello fue un templo artístico con una oferta continua y unas fiestas tan creativas como transgresoras. Sesiones a base de electroclash, tecnopop, indie o lo que el DJ de turno programado tuviera a bien pinchar sin encorsetamiento alguno. 

Sus artistas, sus trabajadores, sus clientes y sus creadores conformaron, en su mayoría, algo más que eso, supusieron un colectivo heterogéneo con una militancia basada en la libertad y la diversión contribuyendo a hacer de Bilbao una ciudad que fuera tal, es decir, viva, dinámica y abierta. Incluso se llegaron a producir movilizaciones cuando los gestores públicos iniciaron una cruzada contra la noche y el baile. Sí, sí, el baile.

Aquello fue un verdadero revulsivo de 8 años al que vamos  a echar mucho de menos, un lugar tan moderno que Bilbao no se lo merecía o quizás sí, ahí ya tengo mis dudas. Un bar que llamarlo bar, como habéis podido leer, es poco decir. En definitiva, un bar Modesto. El bar Modesto.

domingo, 30 de agosto de 2020

VUELVE LA RUTA

 Hoy retomo este blog inaugurando una nueva temporada en mitad de un año que se nos está haciendo excesivamente largo. Tras un verano donde, por mucha calificación de nueva, la normalidad ha sido nula, iniciamos un septiembre con oscuras expectativas y los mayores deseos para que esta pandemia pase lo antes lo posible. 

Más allá del impacto en nuestra salud y en todas las personas que están trabajando en el sector sanitario, quienes son los verdaderos héroes, el mundo artístico y cultural, el de las pistas de baile, los teatros y el que habita debajo de una bola de espejos ha sido el más castigado por unas normas que, una vez más, criminalizan a un colectivo que ya venía sufriendo una persecución por parte de la Administración. 

Ahora es tiempo de superar esta enfermedad desde la solidaridad y la colaboración pero siendo críticos y estando atentos con un sistema que podría aprovechar el asunto para cercenar derechos y libertades individuales. Un sistema capitalista que niega la mayor y rechaza la posibilidad de crear un mundo más sostenible y ecologista donde entendamos que basar nuestra razón de ser en el crecimiento del consumo, de la población mundial y la riqueza para una minoría nos llevará al desastre.

Desde La Ruta espero seguir informando, entreteniendo y aunque sean tiempos difíciles, sacar adelante proyectos independientes y autogestionados como este, que defiendan la libertad desde cualquier barricada pacífica.

Bienvenidas y bienvenidos a la Ruta.



domingo, 7 de junio de 2020

ATTICA, LA CATEDRAL DEL BACALAO EN MADRID


En la resaca post-olímpica, cuando las autoridades del orden público habían iniciado una brutal persecución contra la Ruta del Bacalao en connivencia con el escarnio que los medios de comunicación estaban infringiendo al fenómeno, fueron numerosas las exageraciones o mentiras que se vertieron. Una de ellas, por ejemplo, fue la existencia de una ruta de discotecas entre Madrid y Valencia y otra, el éxodo masivo que cada fin de semana llevaba a cabo la juventud capitalina abandonando su ciudad para acudir a bailar al Levante. Nada más lejos de la realidad. Y es que para ese momento, Madrid tenía un circuito de salas más interesante, vanguardista y destroy que el valenciano, que comenzaba a dar síntomas de agotamiento y masificación. Para qué te ibas a recorrer cientos de kilómetros cuando tenías a tiro piedra salas como Voltereta o New World que pinchaban el mejor EBM, New Beat, acid house, techno o maquina. La Plaza de los Cubos era una referencia para los amantes de la electrónica de todo el país pero si hubo una sala que adoptó los postulados bacaladeros esa fue Attica. Ubicada en el municipio de San Fernando de Henares, dicen que se le bautizó con ese nombre haciendo referencia al motín más sanguinario en una prisión norteamericana. 
La discoteca se construyó en un chalet (que anteriormente había sido restaurante) y tenía dos salas llamadas el Cielo y el Infierno, ambos nombres tan evocadores y premonitorios como las juergas hedonistas que acogían. Abrió sus puertas a finales de 1987 y aunque en un primer momento apostó por el funky y atraer como clientela a los soldados de la cercana base de Torrejón, pronto asumió los sonidos más novedosos de la música electrónica. Y es que los desmadres que se bailaron en Attica hicieron que para 1990 su pista de baile se convirtiera en centro de peregrinación de clubbers de todo los lugares y su leyenda comenzará a forjarse bajo el sobrenombre de "La Catedral del Bakalao". Las noches no eran suficientes para acaparar tantas ansias de fiesta y libertad, así que las sesiones se fueron alargando hasta bien entrado el mediodía dando cabida a una confluencia de gentes ecléctica hasta la extenuación. La militancia de las distintas tribus urbanas que se daban de tortas durante la noche acababan sus fiestas en armonía en el que fue uno de los primeros after hours de Madrid, al menos el primero de tales dimensiones. El espíritu destroy valenciano impregnaba aquellas fiestas sin fin, magistralmente dirigidas desde la cabina por DJs de la talla de David El Niño, Varela, Abel Ramos o DJ Pepo. 
Las drogas fueron parte esencial de un ambiente, especialmente en la sala Infierno, único y diferente. Sentías la presión del beat, la indulgencia de la electrónica más contundente y los clubbers más nihilistas. Todo allí era exhacerbado y sustancias como el éxtasis y el speed contribuyeron a un ambiente que ya en la cola para entrar te llegaba a inquietar, como el que espera montar en una montaña rusa. 
En su terraza el ambiente se relajaba y el ritmo bajaba por momentos mientras los aviones que aterrizaban en Barajas sobrevolaban a los integrantes de la mayor de las jaranas. Por desgracia el asunto comenzó a devaluarse y perder esencia. La música se aceleró y las voces infantiloides fueron ganando terreno en los altavoces. Las peleas y reyertas también comenzaron a ser frecuentes en un público que iba perdiendo diversidad en detrimento de mascachapas y garrulos. No obstante, el lugar mantenía cierta idiosincrasia original y veneración de irreductibles acólitos. Hasta que en 1994, la fiesta finalizó. Attica es precintada por la policía ya que el chalet se encontraba edificado en una zona no urbanizable, siendo la construcción ilegal.
Ya no había lugar a la fiesta. ¿O sí? En junio de 1995 los dueños de Attica convocan a los fiesteros a una rave ilegal donde congregaron a más de 2000 personas que bailaron hasta más allá de las 15:00 del domingo. "Attica por un día" rezaban los flyers. La policía dio varios avisos para que acabara la fiesta con la insumisión como respuesta. En agosto de ese mismo año se celebró la última fiesta ilegal. En 2018, más de 20 años después de su orden de derrumbe, las excavadoras acabaron con aquel chalet, restaurante de carretera reconvertido a la meca del underground y la música de vanguardia durante casi una década.  

domingo, 17 de mayo de 2020

SCORPIA, LA CENTRAL DEL SONIDO



A finales de los años 80 y principios de los 90, cuando el bacalao valenciano vira hacia los postulados más duros de la música electrónica, en Barcelona comienza a pertrecharse la versión catalana de la Ruta Destroy con un circuito de discotecas que, para mitad de la década, habrían cogido el testigo de su predecesor. 
Una ruta más dura, más extrema, con sonidos más contundentes y ritmo endiabladamente acelerado, tuvo en la makina, primigeneo hardtrance y el hardcore su banda sonora. Chasis, XQué?, Disco8, Pont Aeri y por supuesto Scorpia fueron los bastiones de dicho movimiento y sirvieron de referencia a locales más humildes pero con igual de tralla lanzada desde sus altavoces.
Entre Igualada y Ódena se ubicó la más grande de las macros con una marcada estética de corte industrial y elementos visuales relacionados con la radioactividad y lo nuclear. Recordadísimas son sus fiestas especiales y las de aniversario con los mejores performances y visuales del país. Se hacían auténticos festivales con deejays invitados de relevancia nacional e internacional en sesiones que podían llegar a durar más de 12 horas. La música se escuchaba a un volumen ensordecedor en una pista de baile altamente energizante, muy juvenil y en estrecha relación con drogas como el speed y las pastillas, en especial de éxtasis, adulterado en no pocas ocasiones. También había muchas personas que no consumían sustancia alguna, ni siquiera alcohol. Abstemios que encontraban en la música maquina un rollo donde no era necesario emborracharse para estar en órbita.
La discoteca tuvo el sobrenombre de "Central del Sonido" y la responsabilidad de hacerse a los mandos de la cabina recayó en dos auténticos fuera de serie: Frank Traxx y Mc Kryguer. El duo llevó a Scorpia a consolidarse como la discoteca más famosa del país, a donde peregrinaban miles de personas cada fin de semana y su merhandasing llegaba a cualquier rincón del país. 
En 1997 se produce un cambio de residencia y DJ Neil asume el reto de liderar la Central del Sonido hasta 2003. La música evoluciona hacia postulados más progressive y una especie de happy hardcore, antesala del inminente bumping o pocky. Parte del público da la espalda a la nueva propuesta sónica pero la sala continúa su andadura. Diez años después de su apertura el Ayuntamiento ordena su cierre como consecuencia de una inspección. Una medida que se acusó en su momento de desproporcionada y que provocó manifestaciones de clubbers contrarios al fin de la Central del Sonido. De nada valió. Scorpia era ya un capítulo esencial en la historia de las discotecas.

sábado, 2 de mayo de 2020

CELEBRANDO EL 28 ANIVERSARIO DEL KEY


Cada año, durante estas fechas, celebramos el aniversario de mi lugar noctámbulo favorito, de la que es mi sala fetiche. De un diminuto pub ubicado a escasos metros del Ayuntamiento de Bilbao en una no menos pequeña calle aparentemente anodina en mitad de la noche. Si caminas distraído puede que pases de largo por delante de su puerta aunque sus brillantes neones  llaman la atención, en ellos se ilumina la palabra Key. Desde tiempos inmemoriales este es el nombre del local en cuestión, desde decenios atrás es la llave que abre la puerta a noches de escándalo, libres, divertidas y tolerantes.
En sus últimos 28 años de existencia, los que cumple justo ahora, con Asier Bilbao como jefe de pista, nunca cerró un fin de semana. Por allí toda persona es bienvenida, no existen sesgos, ni prejuicios pero si una única limitación, el respeto al otro. 
Oasis de risas y show, hogar de lo no convencional, de lo extravagante, reducto de románticos como yo, que entienden la noche y la ciudad de una determinada manera y se niegan a que el espectáculo abandone Bilbao, se rebelan a que seamos una ciudad más de provincias y que artistas, promotores y bohemios disfruten y desarrollen sus inquietudes a orillas del Nervión, sin tener que abandonar nuestra Villa y dejarla huérfana de vida más allá de la hora bruja.
Fiel a su cita con bilbainos con ganas de jarana y foráneos con intereses fiesteros, el Key ha subido la persiana de manera ininterrumpida y espoleados desde su escenario nos hemos reído de todo y de todos, empezando por nosotros mismos, haciendo frente al adversidad desde el humor. En estos 28 años nada ni nadie ha conseguido parar su actividad y en ese corrillo porteril hemos degustado tertulias interminables tomándonos un respiro de una vida que a veces resulta áspera pero que  con algo de alcohol y risa siempre pasa mejor. En 28 años ha llovido mucho, más en Bilbao, pero ni guerras, atentados terroristas, ciclogénesis, nevadas, inundaciones o crisis económicas han podido con el espíritu espartano y casi militante, de la lentejuela y plataforma. Ha tenido que aparecer este maldito coronavirus para llevarse por delante la salud y la libertad e intentar doblegarnos pero yo me niego a no celebrar el aniversario del Key. En este nefasto 2020 lo hago de manera diferente, desde casa, lo celebro compartiendo este artículo con vosotros, tomándome un ron-cola y pensando en una vuelta que será apoteósica. Zorionak Key!!



domingo, 26 de abril de 2020

CARLOS MARTORELL, EL POLIFACÉTICO DESCUBRIDOR DE IBIZA



El éxito de un local o evento depende de varios ingredientes aunque, como es lógico, no existe una receta infalible. Un elemento importante y muchas veces olvidado es tener un buen relaciones públicas y otro, conseguir a alguien que sepa organizar fiestas y eventos sin igual. Si las dos cuestiones, harto complicadas de por si, pueden recaer en la misma persona mejor que mejor y si buscas esa persona en España sólo te puede venir a la cabeza un nombre, Carlos Martorell. Desconocido para la mayoría, goza de alta notoriedad en su ámbito, justo lo que él siempre buscó y posee tras de si una apasionante historia, la de su vida, que da para libro y película o mejor dicho, para unos cuantos títulos. De momento nos podemos acercar a su biografía a través de un documental que resume  medio siglo de hasta 8 profesiones distintas. Por eso, un blog como este, dedicado a las pistas de baile y las subculturas, fenómenos y comportamientos asociados a ellas de carácter contracultural o ajenos a las convenciones era obligatorio por mi parte escribir sobre Carlos Martorell.
Medio siglo da para mucho y en la vida de Martorell para muchísimo más, por eso me acercaré a su figura centrándome en su etapa hippie, al menos la iniciática porque él nunca ha dejado de serlo.
Hoy Ibiza es conocida a nivel mundial como la meca de la música electrónica de baile, uno de los centros turísticos más importantes del planeta donde multimillonarios, famosos, famosetes y jóvenes de menor poder adquisitivo recalan cara verano para disfrutar de los mejores DJs, las mejores discotecas y las fiestas más apabullantes. Pocos son los que se paran a ver más allá, a descubrir la belleza y riqueza natural de la isla y conocer cómo empezó todo esto, cómo en un par de décadas una isla perdida, ignorada, autárquica y pobre económicamente se transforma en lo que es hoy. Y este es un punto de enorme importancia para no acabar de esquilmarla y vaciarla de su atractivo originario, el verdadero e identitario.
Pues bien, uno de los artífices de su descubrimiento y promoción, ignoro si a su pesar, fue Carlos Martorell. Proveniente de una familia acomodada de Barcelona, su padre fue un genio de la cirugía cardiovascular y su madre una mujer sofisticada, culta y adelantada a su tiempo. Pero Carlos no sentía que aquel era su sitio y por muchas comodidades que tuviera en casa, él siempre tuvo claro que su mundo era otro, lejos de convencionalismos, formalidades burguesas y normas que dejó de estudiar a pesar de matricularse en la facultad de Derecho. Le habían abierto un camino que no estaba dispuesto a seguir. 
Integrado o al menos cercano a la Gauche Divine comenzó a trabajar en la vanguardista discoteca Bocaccio, cuartel general de dicho movimiento barcelonés, como relaciones públicas, un concepto novedoso que él mismo comenzó a innovar. Su primer encargo fue organizar en el año 1967 un viaje a Ibiza, con fiesta en el Lola's incluida, para los más divertidos e inquietos clientes de la sala y fue la primera vez que la Pitiusa salió en prensa, un "weekend de escándalo" o "safari hippie Barcelona-Ibiza" tildaron algunos medios a la exitosa excursión. Un evento en el que la juventud más influyente de Cataluña descubrió aquel tesoro insular para luego volver con asiduidad y a su vez, darlo a conocer a otros.
Para entonces la isla empezaba a estar colonizada por beatniks y aquella nueva tropa de melenudos llegados de medio mundo, muchos de ellos estadounidenses escapando de la guerra de Vietnam, que encajaron a la perfección con la abierta sociedad ibicenca, en su gran mayoría payesa. Una colonia a la que Carlos se unió cuando tenía 23 años y bautizó como The Family, siendo conocido por él aquel entonces como Blue Eye Charlie. Pronto adquirió una casa en Dalt Vila pero los veranos los pasaba en otra ubicada en el municipio llamado, casualmente, San Carlos donde se acercó cada estío, durante más de 30 años. Y en donde lo mejor de la aristocracia europea, el mundo del arte, de la moda o el cine disfrutaban de estancias inolvidables. Una casa sin luz ni agua corriente, Ibiza en estado puro. 
En 1973 se produce un punto de inflexión, abre Pachá, precedida por su éxito en Sitges. Era una pequeña discoteca en una casa encalada típica y alejada, en aquel momento, de la ciudad para dar cobijo al mayor número de jóvenes que se instalaban en la isla y a la que todo el mundo le auguró un negro futuro. La fiesta estaba en el puerto y nadie, pensaban, se acercaría hasta allí. Blue Eye Charlie organizó aquella inauguración y ayudó a Ricardo Urgell a echar andar el que luego sería uno de los mayores emporios discotequeros del mundo. También organizó fiestas y aperturas para KU, El Divino, Amnesia y otras salas y locales logrando la internacionalización de la isla.
Y es que Carlos Martorell, incansable viajero, buscador de paraísos y amante fiel de la isla blanca desde que llegó la primera vez a ella, fue el mayor promotor y descubridor de la misma a las "ovejas negras", las descarriadas, las originales, las disidentes, las interesantes, las no aborregadas de una jet set mundial con el único objetivo romántico de compartir aquel tesoro de aguas cristalinas, bellas calas, benévolo clima y gentes libres y acogedoras compuestas de simpáticos indígenas y forasteros que reclamaban paz y amor. 
El boca a boca y el efecto llamada no se hizo esperar y con esos mimbres se fue cimentando una industria turística y de ocio que acabó prostituyendo y pervirtiendo a base de dinero la virginidad idílica inicial aunque quiero pensar que sólo en parte y que la tierra de Nunca Jamás, como la llama Carlos, sigue latente y presente para los Peter Pan, que como él, la buscaron en su día.



domingo, 19 de abril de 2020

SI LLEGA EL FIN DEL MUNDO, QUE NOS PILLE BAILANDO


Mañana iniciamos una nueva semana de confinamiento, sin saber ya, sinceramente, cuantas llevamos. Ayer el presidente del Gobierno nos comunicó, visiblemente nervioso y sudoroso, con una imagen que me recordó a espejos de afters a mediodía, que la cosa se alargaba dos semanas más y que la vuelta será progresiva y, desde luego, no al mundo que conocíamos antes de encerrarnos. 
Parece que el regreso a la normalidad será a una normalidad diferente, mejor haber dicho que nos espera una vuelta a la anormalidad aunque insuflar más inquietud pueda resultar contraproducente. Y me preocupo. Me preocupo porque tenemos que ser vigilantes ante quienes pueden utilizar la solidaridad y responsabilidad colectiva como instrumento de control social. Y me preocupo porque la cultura y el arte, alma de una sociedad, serán los últimos en abrir sus espacios. Los bares, los teatros, los escenarios, las pistas de baile se encuentran al final de la lista. Son tiempos donde la seguridad, ahora más que nunca, sin contestación, atenazados por el miedo, se antepone a la libertad. Son tiempos donde salir a tomar una copa, bailar en una discoteca y callejear serán cosas del pasado. De un pasado dolorosamente cercano, que nos servirá de permanente referencia para recordarnos lo que perdimos. 
La obra de Sabina, maestro de la bohemia castiza, se ha vuelto profética en estos tiempos de catastrofismo, consparanoia y desinformación. Y así, tal y como escribe en sus canciones parece que nos han robado el mes de abril, también alguno más. En total serán 60 días y 500 noches. Hoy no hay nadie detrás de la barra y cuando vuelva igual me encuentro una sucursal de un banco, eso sí, no del Hispanoamericano. Hoy las casas son oficinas y vivimos una cura de humildad. Y aunque ahora tengamos la frente marchita, nos sobran los motivos para luchar. Nuestras calles producen melancolía y sin embargo los balcones bullen a las ocho de cada día. Tenemos que componer la canción más hermosa del mundo, la de superar esta crisis en todos los confines, incluidos los más castigados, pongamos que hablo de Madrid. Y lo más importante, recuperar nuestra libertad y sus espacios para que si alguna vez llegué el fin del mundo nos pille bailando.



viernes, 17 de abril de 2020

EL VIDEO QUE TODO LO CAMBIÓ



En todo fenómeno social existen unos lugares, unas fechas y ciertos elementos necesarios para su comprensión. Son hitos que provocan mutaciones en la historia del mismo y a posteriori nos sirven para que podamos entender o argumentar los motivos que provocaron la evolución del asunto estudiado.
En la Ruta del Bacalao, el hito que marca el comienzo del fin es, sin duda alguna, el reportaje que emitió Canal+ bajo el título "Hasta que el cuerpo aguante". Un trabajo emitido antes del verano de 1993 en el programa "24 Horas" que presentaba Carles Francino. En aquel momento España vivía una dura resaca después de la fiesta nacional que había supuesto los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo de Sevilla. La crisis económica, los casos de corrupción o la guerra sucia contra ETA copaban portadas en una España decadente donde las cloacas del Estado empezaron a no poder contener tanto detritus y putrefacción. 
Los nuevos medios de comunicación surgidos a principios de los 90 no cesaban de sacar a la luz escándalos y en muchos casos, se abrazó un sensacionalismo que tiño de amarillo una década entera. El fenómeno bacalao no escapó a dicha tendencia y desde televisiones a periódicos, se le apaleó y denigró hasta provocar una fuerte alarma social que empujó a las autoridades políticas y policiales a ejecutar una brutal persecución que acabó por aniquilar la Ruta para el año 1996 aproximadamente.
Voviendo a 1993, era un secreto a voces que en Valencia existía un circuito de discotecas desde hacía más de una década donde se pinchaba la música más vanguardista y ecléctica del momento. Donde la gente más moderna de media Europa suspiraba por acercarse a bailar un fin de semana y dejarse llevar por la libertad de un fenómeno que comenzaba a ser muy popular pero se mantenía camuflado en el underground, ajeno a las miradas inquisidoras. Al menos a nivel nacional. 
Con la emisión del reportaje en 1993, el escándalo saltó a la luz pública y el desfase se evidenció sacándolo a la palestra nacional. Sobre todo interesó eso, el desfase. Gente cuanto más joven mejor, en estados alterados, eufóricos o agotados por un consumo exacerbado de drogas y alcohol. Y sí, mezclado con viajes en carretera de manera continua. Que era algo habitual y cierto, sí. Que fue tratado de manera sesgada también. Porque la Ruta era eso pero también era vanguardia musical, conexión con la moda, propuestas visuales y teatrales. Escuchar Bauhaus o The Cult en un pueblo de la Albufera por gentes de toda clase y condición también era el movimiento rutero pero eso no era tan consumido por la audiencia.
Hay hienas y buitres que llegaron a vincular la Ruta Destroy con el crimen de las niñas de Alcasser, que fueron secuestradas cuando hacían autostop para ir a una fiesta organizada por su instituto en una discoteca de Picassent. Un suceso que conmocionó al país y fue tratado de una manera sucia y deleznable por los medios de comunicación. 
El movimiento destroy llevaba más de una década de juerga ininterrumpida y en aquellos momentos estaba en una fase de transición. La electrónica de corte industrial se iba haciendo con la hegemonía en los altavoces, se empezó a consumir más speed y éxtasis, los asiduos a las discotecas eran cada vez más y lo hacían por entender que era algo que estaba de moda y no por cuestiones artísticas. Con el documental, amplios sectores de la sociedad empezaron a repudiar lo que sucedía en Valencia pero la juventud, ávida de juerga y desenfreno, acudió en masa. En ese instante el bacalao se comercializó, se quedó vacío de contenido, se degradó. Mascachapas y garrulos inundan la pista de baile, la música se acelera, la droga es un fin y no un medio, comienza a enrarecerse el ambiente y todo retroalimenta el discurso de la criminalización desde el otro lado de la barricada.
Años después y con el fenómeno destroy superado, el video se sube a Youtube, la Ruta vuelve a recuperar interés y hay quien comienza a plantearse que el tratamiento que se dio al asunto en su día no fuese el más acertado. Sin entender muy bien el motivo, Youtube lo elimina en varias ocasiones pero se vuelve a subir a la Red otras tantas por personas que se niegan a que el documento no pueda ser compartido con nuevas generaciones de clubbers. Ahora mismo son varios los canales de Youtube en los que se puede encontrar, con casi dos millones de visitas entre todos. Un dato de su repercusión y el interés que despierta.
Termino con una reflexión, haber planteado la Ruta desde un punto de vista cultural podría haber cambiado el rumbo del movimiento, o no, quién sabe. Los caminos de la bohemia son inescrutables.

jueves, 9 de abril de 2020

GENERACIÓN BEAT, LA ANTESALA DEL HIPPISMO


El hippismo siempre fue, casi desde sus inicios, un movimiento altamente conocido por el conjunto de la sociedad. Desde los años 60 y hasta hoy en día, el ciudadano medio ha oído hablar del termino hippie y tiene alguna, más o menos vaga, referencia. Pero antes hubo otro fenómeno que precedió e inspiró a los acólitos del "flower power", una historia desconocida en nuestro país con enorme influencia en movimientos juveniles posteriores, incluso en la estética hipster que tanto vemos actualmente por nuestras calles e Instagram.
La Generación Beat nació en la segunda mitad de los años 40 cuando un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia (Nueva York) comenzaron a escribir entorno al rechazo de los valores predominantes en los Estados Unidos de la posguerra, ellos eran Neal Cassady, Jack Kerouac, William Burroughs, John Clellon Holmes , Herbert Huncke y Allen Ginsberg. Durante 1948 se unieron Salomon y Lamanttia; en el año 1950 Gregory Corso; y en el 1954 Lawrence Ferlinghetti y Peter Orlovsky  . Se autodenominaron beats, una palabra que utilizaba la comunidad negra de los ambientes marginales para expresar cansancio, abatimiento. Eran apátridas, antiautoritarios, antimaterialistas, defensores del uso de las drogas, la libertad sexual y seguidores del pensamiento oriental. Y no paraban de escuchar algo de rock y sobre todo jazz, les encantaba el jazz. 
Además tenían un fuerte componente feminista, donde las mujeres encontraban una posición de igualdad y numerosas escritoras aportaron una interesante obra por la que fueron recriminadas, perseguidas y víctimas de la violencia del conservadurismo, que si mal veían a los hombres tratar ciertos temas, les parecía la aberración más absoluta la existencia de mujeres haciendo lo mismo.
En cuanto al estilismo, crearon el suyo propio. Camisetas y jerseys a rayas horizontales, también de cuello alto, boinas, pantalones muy ajustados o mallas hasta media pierna con calzado plano o sin él, en ellas el pelo suelto y largo, en ellos barba... dos graves rupturas con lo convencional.  Como ocurre con este tipo de movimiento, desde su inicio fueron rechazados por la mayoría aunque un gran sector de la juventud se sintió atraído por los postulados beat que iban ganando multitud de adeptos en la ya entrada década de los 50. Su popularización y masificación termina por vaciar de contenido e interés al asunto que se devaluó a mera "moda" y producto de consumo para la clase media. Los beats comienzan a ser llamados por sus detractores beatnik, en alusión al sputnik ruso, porque siempre fueron tildados de comunistas. Un terminao utilizado por vez primera por el periodista Herb Caen, justo meses después de que Jack Kerouac publicase En el camino, la novela-manifiesto de lo beat.
Todo ello y el consiguiente cambio de generacional terminó con la Generación Beat, al menos en parte, porque su influencia influyó en los incipientes movimientos juveniles de los años 60 como el hippismo e incluso las versiones prototípicas de la disco music. 


jueves, 2 de abril de 2020

CINTAS PARA BAILAR EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO

Hace unos días escribía sobre las cintas de casete y su esencial influencia en la propagación de la música electrónica de baile en los años 80 y 90.
Aunque el soporte tiene elementos positivos, la durabilidad del mismo no es uno de ellos y la perdida de calidad de las grabaciones e incluso su desaparición con el paso del tiempo es muchísimo más acentuada que en vinilos y CDs. Pero gracias a las nuevas tecnologías y el buen hacer de sensatos discotequeros, muchas de estas cintas han sido digitalizadas y colgadas en la red para el disfrute de todos y para conservar de manera intacta una época y un sonido. En este sentido, mi post de hoy está dedicado a seleccionar las mejores cintas de esa época. Verdaderos tesoros de la historia del dance patrio. ¡Vamos a ello!

Non Stop Vol2
Las cintas de la Non Stop de Lemoa que se publicaban de manera periódica se esperaban con devoción a eso de finales de los años 90. Fue la primera discoteca de Vizcaya que vendió sus sesiones y con una estética básica y minimal, con carcasa transparente y el negro de fondo. Su sonido trance, progresivo, eurodancero y pizzicato traspasó fronteras y llegaron a crear sesiones en CD que fueron top ventas en todo el país. Pero si me tengo que quedar con una cinta es este volumen 2 del año 1996-1997. Tralla para no parar de bailar y mezclones absolutos. 


Columbus vol.37
La macro de Bilbao que atraía cada fin de semana a clubbers de todas partes vendía cientos de cintas con sus sesiones en su pequeña pero abarrotada tienda de merchandasing. Luego la cinta se copiaba hasta la extenuación con el fin de escuchar su sonido trance, su estremecedor bombo y el eclecticismo dance. Sesiones de infarto y mezclas imposibles, está en concreto será del año 1999 ó 2000. 


Vivaldi vol.19
No sólo las discotecas sacaban sus cintas. Los pubs y discobares de corte electrónico hacían lo mismo con idéntico éxito y resultado igual o más bailable. Aquí tenemos un ejemplo, el del pub Vivaldi, ubicado en las Galerías de Deusto. Abarrotadas de público que acudían desde primeras horas de la noche hasta las sesiones matinales que allí se pertrechaban no aptas para blanditos y pasteleros.


Archipielago
Pero si nos vamos a poner a acelerar la cosa, las cintas del Archi que rulaban por medio Bilbao daban cuenta de lo que se cocía en la sala ubicada en la costa, en el municipio de Sopelana. Los BPMs cogían velocidad y el subidón llegaba hasta bien entrada la mañana frente al mar.


Jazz Berri
Y si en Vizcaya la cosa estaba por todo lo alto, en Guipuzkoa era el acabose. Varias discotecas asumieron la referencia en cuanto a la movida electrónica y los acólitos cubbers no tuvieron más remedio que reventar las pistas de baile y parkings al ritmo que marca el beat. Txitxarro, Play, Guass, Itzela, Venecia... sacaban de su pletina cintas que arrasaban pero, para mi, las del Jazz Berri eran las mejores. Aquí una muestra.


The Sound
Las cintas que me llegaban desde tierras navarras eran canela en rama. En concreto las de la discoteca The Sound, de mis absolutas referencias a finales de los 90 y primeros dos miles. Mezclones y musicón en sesiones que no podía dejar de escuchar en mi walkman o casete hasta el borrado definitivo. Si no quemabas zapatilla con esto es que estabas fuera de la movida.


Splash
Que Euskadi y Cataluña cogieron el testigo al bakalao valenciano lo sabe todo el mundo. La movida discotequera que se creó por estos lares a partir de la segunda mitad de los 90 fue bestial. Pero el asunto se extendía y Cantabría aportó lo suyo. Antes de que el Zul hiciera bailar al personal, el municipio de Noja ponía patasarriba las noches a orillas del cantábrico con locales como el Metro, el Barco y sobre todo Splash. Vivir una sesión allí es entender todo el asunto clubbing. Y las cintas, como no, hicieron su labor por difundir el desmadre de Splash.


Pont Aeri
Las cintas que me llegaban del Mediterráneo cada vez eran más aceleradas. BPMs que te ametrallaban sin descanso en velocidades no aptas para cardíacos. La makina iba más allá, puro hardcore electrónico que subía por las paredes a teenargers con hambre de baile. No teníamos acceso a Internet, no existían las redes sociales, para enterarnos que se cocía en Scorpia, Xq?, KKO o Zentral eran necesario las cintas.


ACTV
En plena agonía bacaladera, la Ruta hacia aguas en 1995 como el Titanic, con la música, eso sí, a todo trapo. Spook, Puzzle y sobre todo, ACTV fueron de las últimas en aguantar y las que a través de sus cintas que llegaban a Bilbao, nos abrieron los oídos a una nueva generación de clubbers con ganas de replicar aquí lo que los valencianos llevaban años disfrutando en su tierra.


sábado, 28 de marzo de 2020

EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ

Aviador Dro con sus premonitorios trajes. Fuente: Facebook Tracking Bilbao

Desde que Luigi Ruissolo, hace un siglo, iniciara el camino de la música electrónica, el futurismo ha estado siempre presente en ella. Y esa percepción del futuro no ha sido exactamente la misma para todos los artistas y escenas aunque en muchos ocasiones ha primado un futuro apocalíptico y catastrofista. ¿Cuál ha sido el motivo de que esta vertiente siempre haya gozado de tantos adeptos? Por una parte porque esa estética produce una gran fascinación y por otra porque se es crítica, se coloca el dedo en la llaga, se denuncia hacia donde se despeña una Humanidad cada vez más inhumana. Es como una especie de toque de atención antibelicista, antinuclear,ecologista...
Hoy cuando veo las imágenes de las calles de Bilbao, Madrid o Barcelona desiertas. Cuando estamos en casa confinados, relacionándonos a través de la tecnología y observando como médicos y Ejercito se pertrechan de mascarillas y buzos blancos para acabar con el enemigo invisible, se me viene a la cabeza películas, comics y mucha música. Y es que el futuro que cantaba Santiago Auserón con su banda en el Madrid de la Movida, ha quedado eclipsado por un futuro más cercano al de Aviadro Dro. Que premonitorio vuestro concierto de diciembre en Bilbao con aquellos buzos blancos y máscaras protectoras. 
También Chimo Bayo llegaba del futuro, en los años 90, para advertirnos, con su propuesta visual llena de apocalipsis bélico, unas épocas venideras difíciles, su tema Química bien podría rebautizarse en este 2020 como Bioquímica, en un momento donde algunos dirigentes se empeñan en definir la coyuntura como el equivalente a una guerra, la que libramos a nivel mundial contra el COVID-19.
Es ver hoy un Telediario y acordarme irremediablemente de DEVO y aquellos uniformes blancos. La banda sonora de estas semanas bien podría ser el "Es imposible, no puede ser" de los Megabeat. Y es que nadie nos imaginábamos hace unas semanas que podríamos estar viviendo una situación tan parecida a películas y videoclips visionados con anterioridad. Una vez más, ese dicho "la realidad siempre supera a la ficción" se vuelve a cumplir.
Y a nivel económico, social y, por supuesto, artístico los días de confinamiento serán determinantes para entender las inminentes conductas y comportamientos, aún impredecibles para cualquiera. Los niños y jóvenes en especial serán los más influenciados por esta pandemia a nivel emocional y psicológico que, espoleados por la crisis del coronavirus, reaccionarán a través de nuevas corrientes artísticas y. por supuesto, musicales. 
De momento tendremos que seguir confinados,a la espera que esto pase, escuchando y bailando música, como no.


Este video es tan válido para la crisis actual...

lunes, 23 de marzo de 2020

CARMEN DE MAIRENA, LA VIDA A SU MANERA


En un blog, como este, donde me dedico a contar y documentar lo que sucede bajo una bola de espejos, con especial interés en los márgenes de lo bienpensante, lo establecido o lo normal, es de justicia escribir hoy este artículo dedicado a Carmen de Mairena. 
Carmen falleció ayer a los 87 años de edad y como ocurre en muchos casos, su figura acabó algo distorsionada para el gran público por unos mass media que modelan a personajes muy complejos, con sus luces y sus sombras, de gran riqueza artística y actitud contestataria para dejarles en su versión más básica, la que es asumible para audiencias millonarias. Todo con el fin de poder descubrir al gran público consumidor de televisión otro tipo de estrellas, esas que brillan tan alejadas de la ortodoxia. Por eso Carmen de Mairena no sólo fue la que se dejaba entrevistar por Cárdenas o viajaba de vez en cuando a Marte para protagonizar sus crónicas, gran labor la de los dos Javieres en una tele que ya no existe, ella fue mucho más.
Nació en la Barcelona de 1933 con el nombre de Miguel Brau y ya desde muy pronto le gustó el mundo del espectáculo. Con 16 años actúa como extra en varias películas y en 1959 inicia su carrera como artista de variedades, pasando por la mayor parte de locales de una Barcelona maravillosa, aquella que se consolidó como la ciudad más moderna y aperturista de España. Su noche era abierta y vibrante, llena de cabarés y en la que Brau se hizo un hueco gozando de cierta popularidad. Son tiempos donde se sube a los escenarios como cantante cupletista y comienza una relación con Pedrito Rico, sin esconderse en demasía, sin importarle el qué dirán, lo que provocó que la pareja fuese detenida por la policía en varias ocasiones y víctima de malos tratos y palizas.
En la década de los 70, haciendo, una vez más, lo que le dio la gana, comenzó su proceso de transformación física en clínicas clandestinas con todo el riesgo del mundo y nula información. Es entonces cuando cambia de registro y se dedica a realizar espectáculos de transformismo pero su público le da la espalda. El fracaso es tal que decide ejercer la prostitución en el mismo barrio donde residiría toda la vida, el Raval, barrio chino de Barcelona. 
Cuando parecía que todo estaba perdido, Carmen es descubierta por Javier Cárdenas, quien la lanza de nuevo al estrellato en los años 90, esta vez a nivel nacional, en diferentes programas de televisión y una película. Su lenguaje soez, su desparpajo y la nula vergüenza le hicieron entrar en la jet set de los frikis patrios, algo que a ella no le gustaba que se lo recordaran.
A partir de los 2000, sus apariciones televisivas son intermitentes y no suficientes para subsistir economicamente. Por eso se dedica al porno en  varias ocasiones y continua su actividad relacionada con la prostitución. Solidaria con todo el mundo, Carmen ayudaba a quien se lo pidiera y alquilaba las habitaciones de su casa a chicas para que pudieran hacer sus servicios, lo cual le valió para ser involucrada en una red de proxenetas. 
En 2010, por si no hubiera tenido suficiente para hacer una biografía de varios tomos, se metió en política y se presentó a las elecciones catalanas como número 2 en la candidatura de la CORI, un partido de outsiders con ganas de dinamitar la política desde dentro a base de humor y sarcasmo. El partido era algo así como el CORI a la política como el El Jueves a la prensa escrita.
Hacía dos años que se encontraba en un centro para mayores, dejando atrás su piso en el Raval, compartido con putas a las que ayudaba y un drogadicto franquista, paradojas de la vida, que le sisaba lo que podía. En el contenedor de basura, junto a su portal, acabaron todos sus objetos y recuerdos.
Con Carmen nos hemos reído. Hay quien se ha reído de ella, seguramente para olvidar sus vacías y aburridas existencias. En mi caso la admiré por su valentía, por atreverse a ser diferente, por su libertad a la hora de exprimir de esa manera la vida. Seguramente por eso mismo no tuvo una vida fácil. La clave está en la no biografía (hasta en eso fue distinta) escrita y dibujada por Carlota Juncosa, concretamente en su prólogo, a cargo de Javier Pérez Andujar, donde nos advierte: "intentar vivir no es gracioso"


jueves, 19 de marzo de 2020

PÁSAME ESA CINTA DE CASETE


Si preguntamos a un menor de 30 años por el título de este artículo, probablemente no tenga idea alguna a qué puede estar haciendo referencia. Pero desde los años 70 y hasta bien entrados los 2000, las cintas de casete fueron un elemento esencial a la hora de escuchar música y propagar los nuevos sonidos de la música de baile. Y no me refiero a las cintas originales que se vendían en las tiendas de música, en los comercios de electrodomésticos y en el Corte Inglés junto a discos de vinilo, al principio, y CDs, de manera más tardía. Me refiero a esas cintas vírgenes que luego eran grabadas y que rulaban de una mano a otra y cuya calidad se diluía en infinitas copias de la copia de la copia. 
En una era donde Internet ni se atisbaba y los recursos para muchos eran escasos, el acceso a la música, a estar en lo último en música y que determinados sonidos adquirieran el rango de populares se dio por el ingenio, la cinta como medio y esa maravillosa tecla REC.
¿Pero qué contenido se imprimía en el formato más  masivo de los años 80 y 90? Variado. En primer lugar había copias integras de las cintas originales o de los temas que más te podían gustar. Había quién en una pandilla de amigos, entre todos compraban la cinta, el vinilo o el CD original y luego se los pasaban de uno a otro para ser copiados a cinta y poder disfrutar del producto todos. Piratería en estado primigenio. Una solución barata para escuchar música pero de nula creatividad.
Otra opción, aún más barata pero más ingeniosa era grabar los temas cuando estos sonaban en la radio. Ahí estabas tú, ávido con el dedo tembloroso en la tecla para apretarla en el momento en el que el locutor de turno terminara su pesada alocución. A veces, sabedores de lo que sucedía al otro lado, se enrollaban y dejaban acabar el hit sin hablar por encima, eso eran triunfos de adolescencia. Lo peor es cuando te sonaban los tonos de las horas y te chafaban el asunto. El hecho es que entre pedazos de grabaciones conseguías hacer casi, casi, la canción entera. O mejor aún, con trozos de diferentes temas usurpados a la FM y tus dos pletinas, los más habilidosos mezclábamos hasta conseguir mixes que triunfaban en el instituto, la uni y el barrio. Tanto que estos eran objeto, a su vez, de copia y también del deseo de la mayoría por tenerlos. Recuerdo una vez que en mis manos cayeron una serie de cintas originales de artistas que tampoco me interesaban en demasía. A las mismas les pegué un trozo de celo en el hueco superior y las hice grabables. Con acetona les elimine el texto impreso en la carcasa. Luego grabé mis mixes a base de pedazos de temas sacados de la radio y que iban encajando de mejor o peor manera intentando seguir una continuidad a modo de sesión. En la carcasa escribí mi nombre y en la caja, desprovista de su portada original, cogí un folio y pinté a mano la que a mi me molaba. Si no te gusta lo que ves "hazlo tu mismo". El resultado hizo flipar a la peña que propagó a base de grabaciones aquella sesión hasta el último confín del Gran Bilbao.
Otra opción eran las cintas de las discotecas y discobares. En un primer momento tu llegabas a tu disco favorita y si tenías cierta confianza con el DJ o algún satélite de los que conformaban la plantilla, le pasabas una cinta virgen para que te grabara la sesión in situ. Luego te ibas con ella a casa con una sonrisa de lado a lado sabiendo que tenías música para bailar durante el resto de semana. A esas TDK de mi alma, yo les ponía fecha y pintábamos su lomo con el logo de la discoteca y el nombre del deejay de turno. En un momento de efervescencia creativa en la escena dance los éxitos que sonaban en las pistas de baile y las emisoras eran tan rotundos como efímeros con lo que cada pocos meses solicitaba grabar cinta. En una escena, la de la electrónica de baile de los años 90 donde lo importante era la propia escena, el género o incluso la discoteca. Donde los parámetros e imaginario del clubbing radicaba en la democracia de la danceflloor y el dj era parte de ella, no esa figura inaccesible y alejada de la actualidad. Llevarte la sesión en una cinta era llevarte la esencia de todo aquello y un documento que bien se merecía buen recaudo y ser compartido a través de grabaciones con el resto de la militancia clubber. El hecho era que esas cintas con sesiones grabadas supusieron para la discoteca un elemento de marketing y publicidad a coste cero y enorme repercusión. Aun así, la mayor parte de los clubs fueron a más y comenzaron a venderlas para sacar réditos económicos. No recuerdo cuál fue la primera que cayó en mis manos, seguramente alguna del ACTV de los estertores ruteros valencianos. 
Con el nuevo milenio y la aparición del CD y sobre todo, Internet, el formato desapareció y esa forma de compartir música se esfumó. Perdimos en romanticismo y perdimos lo tangible del objeto a manos de la digitalización. La industria discográfica saltó definitivamente por los aires, a la piratería se le puso nombre y se persiguió. Actualmente  Soundcloud y Spotyfy son la versión on line de todo aquello aunque carente de esa cierta clandestinidad, misterio y romanticismo.


martes, 17 de marzo de 2020

FLYING FREE, EL HIMNO DE LA RESISTENCIA FRENTE AL CORONAVIRUS

Sólo llevamos tres días de encierro en nuestras casas y la imaginación de la gente desborda a borbotones por las redes sociales desde el primer momento. El humor y la música están siendo las notas predominantes en las acciones caseras para llevar de mejor manera el confinamiento. A tal punto que artistas, deejays, bandas y promotores llevan a cabo actuaciones y festivales diariamente en Instagram, Facebook o cualquier otra plataforma. 
Y en los balcones y ventanas de nuestros vecindarios, los decibelios están por todo lo alto. Desde tamborradas a recitales líricos, desde coros en el patio de vecinos a sesiones discotequeras para toda la calle. Y entre tema y tema, canción y canción, una se repite constantemente, de Norte a Sur, de Este a Oeste. Se trata de Flying Free, ese viejo himno makina reconvertido estos días en el himno de la resistencia al coronavirus. 
El tema nació en la legendaria discoteca Pont Aeri, propiedad del padre de los no menos legendarios DJ Skudero y Xavi Metralla. Estos dos últimos junto a DJ Ruboy buscaban un hitazo que abriera el duro sonido makina a un mayor público y para ello produjeron un tema de BPMs acelerados y potentes, como siempre, pero también introdujeron melodía y letra. En este caso la voz fue la de Marian Dacal. Así, para mayo de 1999 y con la intención de petarlo ese verano, Flying Free ya se escuchaba en las pistas de baile del circuito maquinero catalán. Aunque al principio lo hizo de manera tibia, sin tanta repercusión como esperaban sus creadores, en unos tiempos, también hay que decirlo, donde la producción era bestial con la consecuente competencia a la hora de hacerse un hueco en las tracklists de los discjockeys. Pero a partir de otoño y cuando los hermanos Escudero pensaban que el asunto no tenía más recorrido, Flying Free comenzó a volar alto. El track era cada vez más comprado, más pinchado, más bailado. Para aquellas Navidades, el tema apareció en todos los recopilatorios y el ya "pepinazo" maquinero era bailado en todo el país. Pont Aeri se convirtió en la discoteca más famosa y sus deejays, Pastis, Buenri, Metralla y Skudero pincharon en cientos de cabinas y hasta en TVE. 
El tema se convirtió en un himno que traspasó el fenómeno originario de donde surgió y nunca dejó de escucharse, incluso cuando el movimiento makina desapareció. Y es que tras un corto barbecho sónico inicial, Flying Free comenzó a sonar tímidamente en las sesiones de DJs desprejuiciados, en sesiones remembers y más tarde saltó a las playlists de bodas, cumpleaños, Nocheviejas y toda fiesta que se precie. 
La canción posee cierta melancolía y nostalgia, es emotiva a la vez que trepidante. Te abduce desde el primer momento y te hace pasar por diferentes estados, te provoca entusiasmo, alegría y subidón. Es bailable y te lleva a un disfrute compartido, solidario. Es escapista, divertida pero también épica y heroica. 
Flying free tiene algo de mágico, por eso cuando suena el "Abracadabra" se activa un conjuro en el que nos comprometemos a dejarnos llevar, a entrar en trance y finalmente volar libres. Por eso se ha convertido en el himno de la resistencia en tiempos de confinamiento y emergencia, porque somos conscientes de que toca soportar días duros pero debemos confiar en el conjuro y saber que pronto volaremos libres.


Que no decaiga el ánimo en tiempos de confinamiento

lunes, 16 de marzo de 2020

LOS LIBROS DE LA RUTA DEL BACALAO

Cuando allá por el año 2007 empecé a escribir mi libro sobre la Ruta del Bacalao, la mayor parte de las personas a las que les contaba mi proyecto me miraban raro. Extrañadas y contrariadas, no entendían qué interés podía tener un fenómeno extinto hacía algo menos de una década y que se sustentaba en el consumo compulsivo de drogas adulteradas y el baile de una música machacona y carente de calidad. Y fue precisamente esa visión, casi unánime, del movimiento destroy, esa sesgada concepción que se había quedado en el imaginario colectivo como si de una herencia pobre, esquilmada e injusta se tratase, la que me llevó a lanzarme al teclado. Era inmerecido para Valencia, para la música y para los ruteros no explicar otro punto de vista acerca de lo que se coció en la carretera del Saler más allá del intenso escarnio amarillista de los mass media. Transcurrido el tiempo y con la perspectiva que este da, escribí una pequeña crónica novelada del fenómeno destroy que se pubicó en 2008 y que fue el primer libro que trató el tema abiertamente, al menos escrito en castellano. Porque antes, en 2004, el verdadero valiente que abrió la veda del revisionismo rutero fue Joan Oleaque en su libro escrito en valenciano En Extasi. Un trabajo maravilloso, necesario e imprescindible para entender y construir una opinión solida acerca de la Ruta del Bacalao y que en 2017 fue reeditada en castellano por la editorial Barlin Libros. En la segunda década del nuevo siglo y la precaución de poseer un mayor tiempo de distancia con respecto al ocaso del circuito discotequero valenciano, se publicaron dos nuevas novelas. Por un lado Destroy: el corazón del hombre es un abismo (Carlos Aimeur, 2015) y por otro No iba a salir y me lié  de Emma Zafón y Chimo Bayo en en 2016. Ese mismo año y ya en plena burbuja nostálgica de los años 90 sale a la luz ¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en València, la obra definitiva y más completa para conocer la Ruta del Bacalao, su cronología, sus lugares y lo más importante, sus protagonista. Luis Costa firma la autoría del último hasta la fecha cuya temática trata de explicar y documentar una historia que se merecía ser reescrita y en días como los de hoy, puedes leer para conocerla mejor. ¡Feliz lectura!







miércoles, 11 de marzo de 2020

¿QUÉ FUE DE FLAT ERIC?


La historia de la música electrónica está llena de elementos icónicos, de símbolos que han marcado una época e iconografía que permanece en el imaginario de quien ama las pistas de baile. 
Uno de esas imágenes imborrables es la de Flat Eric conduciendo su coche perseguido por la policía. El legendario muñequito amarillo pronto se adueñó de nuestros corazones, puede ser por ese físico que llama al achuche o por una personalidad arrebatadora, tan divertida como ajena al qué dirán. ¿Pero qué ha sido de este títere marchoso que saltó a la fama mundial en los años 90?
Lo primero que hay que decir es que su verdadero nombre es Stephane y nació en 1998, concretamente en el vídeo del tema "M Seq", creación de Mr. Oizo, su padre. Ese mismo año aparecieron juntos protagonizando un anuncio de Levis que les catapultó a la fama mundial. Antes, el peluche tuvo que pasar por las manos de Jim Henson, quien modificó su fisonomía y personalidad. Su nuevo nombre se decidió en base a la buena asimilación internacional de Eric y lo de flat (plano) viene porque la idea inicial del spot era aplastar la cabeza del títere contra el asfalto, ocurrencia que luego se desechó, así la gomaespuma no llegó al río.
El house sucio de Mr. Oizo se adueño de los altavoces de las discotecas de medio mundo y Flat Eric se convirtió en una rutilante estrella que aparecía en las portadas de las publicaciones más influyentes, los escaparates de todas las tiendas, series, programas de televisión o videoclips. El fenómeno, en una incipiente Internet, puede catalogarse como uno de los primeros virales en la recién nacida era digital. 
En 1999 se publica el vídeo original con el tema "Flat beat" donde nuestro muppet más marchoso nos enseña cómo es un día en su oficina y la devoción que siente por las salchichas. Poco tiempo después se alejó de las cámaras y no supimos más de él. 
En 2008 nos sobresaltamos al verle aparecer en la portada del álbum de MR Oizo, Lambs Anger, como si le fueran a cortar con una cuchilla. A partir de ahí tiene dos apariciones esporádicas en vídeos de su creador. 
Y en 2015 protagoniza Paris now! un corto donde es el propio protagonista.
El año pasado cumplía 20 años desde su aparición en aquel anuncio de vaqueros y fue la última vez que vimos a Flat Eric, esta vez con su hijo en una edición del muñeco para coleccionistas. El hecho es que este peluche con mirada vivaraz sigue dando guerra, quién sabe cuál será su próximo plan o si lo veremos un día por la carretera, en ese coche que se detiene junto a nosotros en el semáforo de turno, moviendo la cabeza al ritmo del beat. 



lunes, 24 de febrero de 2020

FOOD DE AFTER


¿Qué pasa si unimos dos conceptos como el fast food y los after hours? Alexander Gross lo ha retratado y cristalizado en un fanzine llamado 24/7 donde se publican una serie de fotos (de hecho, no tiene texto) disparadas en el MC Donald's de la calle Montera durante las madrugadas de los años 2015, 2016 y 2017.
Tras leer su entrevista en Vice me ha hecho pensar sobre ese momento de la noche cuando sabes que tienes que volver a casa y tras horas de baile, desenfreno y ayuno, es el hambre quien te come a ti. Ese instante y esa sensación de estar despeñándote por el desfiladero de la inanición es lo que hace postergar el agarrar un taxi, bajar al metro o deambular cual zombie por la ciudad rumbo a tu cama. Lo prioritario es comer y encontrar otro local atestado de congéneres con ansias de alimento, de comida rápida y si es grasienta e hipercalórica mucho mejor.
Los bares tempraneros llenos de bocatas para los currelas que te miran con cara de asco, desconfianza y envidia son un buen lugar. Algunos se han especializado en suministrar pintxos de tortilla y sandwiches de chaca a decrépitos fiesteros con agujeros en sus estómagos.
Otra opción son los kebaps de los pacientes pakistanies que echan salsas a deliciosos bocados de 2,50 con nefastas consecuencias en mitad de la resaca. Seguramente su mayor ganancia radique en las monedas y billetes, menos estos últimos, que caen al sucio suelo en la búsqueda y rebúsqueda dentro de los esquilmados bolsillos de sus ebrios clientes.
 Pero la decadencia de quien agoniza una noche es todavía más escandalosa y deprimente en los restaurantes fast food de las grandes cadenas multinacionales. Esas enormes compañías creadas para dar felicidad a familias de postal y vendernos su producto como algo barato, rico y saludable. Esas empresas que gastan millones y millones en publicidad destinada a convencer a niños que sus cumpleaños son mejores entre hamburguesas y nuggets, a que que puedes salir del gym y atiborrarte a alitas y ensaladas sin peligro alguno, a que las tardes son inolvidables llevando a tus padres a cenar algo rápido tras salir del Primark o invitar a tu pareja después de una sesión de cine para cerrar una cita romántica. Es ahí donde se representa un acto de inconsciente subversión, donde las caretas se caen para consumidores y suministradores, donde la publicidad marketiniana recibe un torpedo de realismo permitido por una noche que lo esconde todo y a la vez, lo visibiliza todo, sólo es cuestión de prestar atención. Buen provecho.


lunes, 17 de febrero de 2020

40 AÑOS DE MOVIDA

 
Foto encontrada en El Economista

Desde hace un par de semanas la Movida ha vuelto a la palestra mediática con motivo del 40 aniversario de la celebración del concierto homenaje a Canito en la Escuela de Ingenieros de Caminos. El relato "oficial" ubica la génesis de aquel embrollo cultural en dicho acto aunque los propios protagonistas, como Alaska, defienden que la cosa venía de algo antes. Sea como fuere han sido 40 años de conjeturas, desprecios e idealizaciones ante un fenómeno que sigue levantando interés a día de hoy. En primer lugar hay quien mete en el mismo saco a Kaka de Luxe, la Casa Costus, Nacha Pop, Los Secretos, Leño y hasta Mecano. Vamos, que en esa manga ancha, anchísima, cabe todo lo que sucedía a nivel musical en el Madrid de los años 80 y no. A mi entender tendríamos que reducirlo de manera temporal a lo que sucedió desde finales de los 70 hasta mediados de los 80. A esa nueva ola hispana de militancia pop y electropop, actitud punk y estilismos coloristas, desenfadados o incluso siniestros donde lo importante era romper con los parámetros establecidos a través de la música, la estética, la pintura, el cine o la televisión. En un primer momento, durante la Transición, los "raros" con pelos de colorines e imperdibles no fueron bien recibidos ni por la derecha anclada en el Franquismo, ni por una izquierda dogmática que exigía compromiso con sus postulados. La mayor parte de la sociedad rechazaba a esos niños con pintas y desclasados. Pero la progresiva adquisición de libertades y las ganas de gran parte de la gente, en especial de la juventud, por una nueva vida pública mucho más despolitizada provocó cierta simpatía hacia la Movida en la que el PSOE recien llegado al poder vio una oportunidad para lavar la imagen del país desde su mismísima capital y crear marca España a través de una generación de jóvenes supermodernos y molones. Los ayuntamientos socialistas y la televisión pública comenzaron a dar cancha a Loquillo, la Bola de Cristal, los hermanos Auseron y compañía. El underground emergió y se hizo mainstraim, de ahí a que la Movida fuera un experimento de ingeniería social creado desde la Moncloa va un trecho aunque haya teorías conspiratorias, siempre divertidas, que asi lo defiendan. Y como ocurre siempre, con el tiempo, lo moderno se hace antiguo y para finales de los 80, con el relevo generacional, la Movida apestaba a viejo y el fenómeno tocaba a su fin. 
Pero es cuestión de dejar pasar unos cuantos años más para que haya revisiones que provoquen la reivindicación y de ahí a la idealización hay un paso. En la primera década del siglo XXI se produjo un tsunami a modo de revival ochentero donde la Movida no aceptó discrepancias, donde las dos Españas se fundieron en una, donde a derecha y a izquierda se aceptó e incluso veneró un fenómeno de orgullo patrio. El "yo estuve allí", la "edad de oro del pop español", "aquello era música" y otras frases de 0,60 enarbolaron un discurso que no admitía disensión hasta que una nueva corriente provocó el cataclismo. En realidad, a día de hoy, el pensamiento mayoritario sigue teniendo una visión positiva de la Movida pero autores como Victor Lenore o José Luís Moreno Ruíz tienen una visión distinta y restan valor e incluso tachan de fake a la Movida. 
Siempre defenderé la diversidad de opiniones pero si me quedo con un título, a día de hoy, ese es el de "Alaska y otras historias de la Movida" de Rafa Cervera. Un libro que explica a través de sus protagonistas qué sucedió en aquellos locos años porque algo importante debió suceder al estar hablando todavía de ello.

Foto encontrada en El Periódico