jueves, 2 de abril de 2020

CINTAS PARA BAILAR EN TIEMPOS DE CONFINAMIENTO

Hace unos días escribía sobre las cintas de casete y su esencial influencia en la propagación de la música electrónica de baile en los años 80 y 90.
Aunque el soporte tiene elementos positivos, la durabilidad del mismo no es uno de ellos y la perdida de calidad de las grabaciones e incluso su desaparición con el paso del tiempo es muchísimo más acentuada que en vinilos y CDs. Pero gracias a las nuevas tecnologías y el buen hacer de sensatos discotequeros, muchas de estas cintas han sido digitalizadas y colgadas en la red para el disfrute de todos y para conservar de manera intacta una época y un sonido. En este sentido, mi post de hoy está dedicado a seleccionar las mejores cintas de esa época. Verdaderos tesoros de la historia del dance patrio. ¡Vamos a ello!

Non Stop Vol2
Las cintas de la Non Stop de Lemoa que se publicaban de manera periódica se esperaban con devoción a eso de finales de los años 90. Fue la primera discoteca de Vizcaya que vendió sus sesiones y con una estética básica y minimal, con carcasa transparente y el negro de fondo. Su sonido trance, progresivo, eurodancero y pizzicato traspasó fronteras y llegaron a crear sesiones en CD que fueron top ventas en todo el país. Pero si me tengo que quedar con una cinta es este volumen 2 del año 1996-1997. Tralla para no parar de bailar y mezclones absolutos. 


Columbus vol.37
La macro de Bilbao que atraía cada fin de semana a clubbers de todas partes vendía cientos de cintas con sus sesiones en su pequeña pero abarrotada tienda de merchandasing. Luego la cinta se copiaba hasta la extenuación con el fin de escuchar su sonido trance, su estremecedor bombo y el eclecticismo dance. Sesiones de infarto y mezclas imposibles, está en concreto será del año 1999 ó 2000. 


Vivaldi vol.19
No sólo las discotecas sacaban sus cintas. Los pubs y discobares de corte electrónico hacían lo mismo con idéntico éxito y resultado igual o más bailable. Aquí tenemos un ejemplo, el del pub Vivaldi, ubicado en las Galerías de Deusto. Abarrotadas de público que acudían desde primeras horas de la noche hasta las sesiones matinales que allí se pertrechaban no aptas para blanditos y pasteleros.


Archipielago
Pero si nos vamos a poner a acelerar la cosa, las cintas del Archi que rulaban por medio Bilbao daban cuenta de lo que se cocía en la sala ubicada en la costa, en el municipio de Sopelana. Los BPMs cogían velocidad y el subidón llegaba hasta bien entrada la mañana frente al mar.


Jazz Berri
Y si en Vizcaya la cosa estaba por todo lo alto, en Guipuzkoa era el acabose. Varias discotecas asumieron la referencia en cuanto a la movida electrónica y los acólitos cubbers no tuvieron más remedio que reventar las pistas de baile y parkings al ritmo que marca el beat. Txitxarro, Play, Guass, Itzela, Venecia... sacaban de su pletina cintas que arrasaban pero, para mi, las del Jazz Berri eran las mejores. Aquí una muestra.


The Sound
Las cintas que me llegaban desde tierras navarras eran canela en rama. En concreto las de la discoteca The Sound, de mis absolutas referencias a finales de los 90 y primeros dos miles. Mezclones y musicón en sesiones que no podía dejar de escuchar en mi walkman o casete hasta el borrado definitivo. Si no quemabas zapatilla con esto es que estabas fuera de la movida.


Splash
Que Euskadi y Cataluña cogieron el testigo al bakalao valenciano lo sabe todo el mundo. La movida discotequera que se creó por estos lares a partir de la segunda mitad de los 90 fue bestial. Pero el asunto se extendía y Cantabría aportó lo suyo. Antes de que el Zul hiciera bailar al personal, el municipio de Noja ponía patasarriba las noches a orillas del cantábrico con locales como el Metro, el Barco y sobre todo Splash. Vivir una sesión allí es entender todo el asunto clubbing. Y las cintas, como no, hicieron su labor por difundir el desmadre de Splash.


Pont Aeri
Las cintas que me llegaban del Mediterráneo cada vez eran más aceleradas. BPMs que te ametrallaban sin descanso en velocidades no aptas para cardíacos. La makina iba más allá, puro hardcore electrónico que subía por las paredes a teenargers con hambre de baile. No teníamos acceso a Internet, no existían las redes sociales, para enterarnos que se cocía en Scorpia, Xq?, KKO o Zentral eran necesario las cintas.


ACTV
En plena agonía bacaladera, la Ruta hacia aguas en 1995 como el Titanic, con la música, eso sí, a todo trapo. Spook, Puzzle y sobre todo, ACTV fueron de las últimas en aguantar y las que a través de sus cintas que llegaban a Bilbao, nos abrieron los oídos a una nueva generación de clubbers con ganas de replicar aquí lo que los valencianos llevaban años disfrutando en su tierra.


1 comentario:

pepe dijo...

TREMENDAS TODAS Y CADA UNA DE ELLAS!!!!! también tengo problemita con el coleccionismo en MP3 de estas joyas aunque en cinta tengo tb unas 200....central, manssion, masia, pont aeri.....PFFF!!!! Me las escucho muy a menudo.....

gracias!