Allí he disfrutado de su clima, sus playas, sus sendas entre pinos, su gastronomía, sus gentes y, claro está, su noche. Por eso, y aunque no os lo creáis, no salgo a bailar cada una de las jornadas que estoy allí, así que priorizo.
La primera noche festivalera acudí a Hi, quería ver el lavado de cara al que fue sometido la mítica Space y me encantó. Celebraban la fiesta Glitterbox con sonidos tendentes al disco y al house. Un evento con mucho brillo, superdivertido y muy, muy discotequero pero con un rollo actual. Merece destacar la jarana que se monta en los baños, donde un DJ pincha tal musicón que la peña se queda allí dándolo todo.
Al día siguiente tocaba dejarse caer por otra sala legendaria con reciente reforma, Pachá. Aunque se ha intentado mantener la esencia, la propuesta ha ganado en seguridad pero ha perdido cierta originalidad y lo peor, no termina de impactar en un lugar donde el circuito de discotecas ofrece exceso en exceso para no dejar de sorprender. En cabina, un viejo conocido, Bob Sinclar dándolo todo.
Y para terminar la tournée, el lunes era el turno de acercarse de nuevo sí o sí a Playa d`en Bossa, esta vez a Ushuaia. Allí cerraban la tarde-noche los DJs y productores Alesso y David Guetta. Llenazo absoluto para ver al Rey del Dance y disfrutar de unos efectos especiales que son los mejores de Ibiza. Es cierto que el formato vira en demasía hacia postulados pop, excesivamente comerciales para un clubber empedernido como yo pero el show es a-l-u-c-i-n-a-n-t-e. El momento de la aparición de Guetta a escena con miles de moviles inmortalizando al mesías mientras un avión nos sobrevuela a escasos metros y los asistentes corean los temas del francés es acojonante. Además no se corta a la hora de pinchar y echa al mortero desde temas house a reggaeton y por supuesto, mucho, mucho EDM. Todo eso a horas de coger el vuelo para regresar y es que lo ha vuelto a hacer, Ibiza me deja con ganas de más, así que tendré que volver.
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