Los domingos son ese fatídico día de sopor y aburrimiento, más si vives en una ciudad de provincias. Es el día de la resaca festivalera, el día en el que somos conscientes de que lo de anoche sólo fue un espejismo escapista que duró lo que duró y que la rutina amenaza con presentarse, una vez más, en cuestión de horas. El domingo te retrotrae al carrusel deportivo, el gol en las Gaunas, la misa de once y las sobremesas con Soberano, porque es cosa de hombres.
Pero vamos a ser positivos, que es lo que dicen que tenemos que ser. Yo en los domingos he descubierto cosas maravillosas, al menos dos, por un lado está el Espidifen con sabor a menta y por otro, la columna de Rafa Cervera en Valencia Plaza.
Rafa Cervera es escritor y periodista, colabora con multitud de publicaciones desde los años 80 y ha entrevistado a practicamente a todos los que han sido algo o alguien en la música, al menos en la música que más nos gusta a ambos, en eso del pop, de la música moderna que dirían los antiguos.
No recuerdo el momento en que comencé a seguir sus andanzas pero supongo que sería a finales de los años 90. Casi dos décadas antes, él ya empezaba a ser conocido con el sobrenombre de Estricnina, el mismo que hacía de título para su fanzine en el que escribía de música y danza.
Pero si algo le debo, es la autoría de uno de mis libros favoritos, Alaska y otras historias de la Movida publicado en 2002 y que he devorado con avidez una y mil veces desde entonces. Seguramente el mejor trabajo a la hora de explicar la nueva ola madrileña y pionero en el revival que después se ha producido entorno a eso que se ha venido a llamar la Movida. Rafa Cervera fue el artífice que me hizo empezar a elevar mirar, conocer un mundo cultural más amplio, interesante y cercano, de comenzar a idealizar Madrid y de entender, en una época de mi vida más aperturista y madura, que no todo era música electrónica y que en la variedad está el gusto, sí, pero sobre todo es el hogar de la riqueza.
Después le perdí la pista hasta que las redes sociales le devolvieron a mi lectura, esta vez con un nuevo pseudonimo, @cerverator. Twitter me devolvió a Rafa Cervera a través de su columna del domingo en Valencia Plaza y a través de un perfil, el suyo, donde me he encontrado a una persona con la que conecto en ideas e ideales, que hace reconciliarme con el ser humano y que sirve de prueba para atestiguar que el sentido común y la pasión por la música no están del todo extinguidas. Como dice Alaska, un alma gemela. Gracias a su columna dominical, los domingos son menos domingo y las resacas menos resaca.
Gracias Rafa por seguir ilustrando y hacerme levantar con ánimo cada domingo.
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