En el siglo XX, cuando Barcelona era la única ciudad cosmopolita y aperturista de España, donde brisas de libertad llegadas de Europa refrescaban sus calles de tanta represión dictatorial, un grupo de jóvenes liberales crearon lo que se vino a llamar la Gauche Divine, más divine que gauche, decían algunos. Daba igual, en pleno franquismo hasta ser divina era un acto subversivo de lucha contra un régimen con olor a naftalina y gris anacronía.
El cuartel general del colectivo se encontraba en el número 505 de la calle Muntaner, en una boîte llamada Bocaccio cuyo éxito e influencia fue tal que irradió su modus vivendi a través de la apertura de locales hermanos en distintas localidades catalanas, una sucursal en Madrid y varias empresas dedicadas al mundo de la cultura. Su artífice fue Oriol Regás, acompañado de esa amalgama de gente inquieta, intelectual y divertida que le acompañó en la aventura de crear algo más que una discoteca.
Artículos, publicaciones y textos en forma de retales inmortalizaron desde el principio Bocaccio pero la cosa daba para más, para mucho más. Era necesario un libro que abordara el fenómeno, que analizara Bocaccio como tal, diseccionando, colocando el foco y la tecla en la mítica sala y no en la Gauche Divine.
Toni Vall lo ha hecho. Y ha ido más allá. Ha creado una obra con una edición exquisita, modernista, bocacciana. Tener su libro entre las manos es tener un objeto de coleccionista, un pedazo de la boîte, que da la impresión de no haber sido publicada en pleno siglo XXI sino descubierta en un puesto del Rastro entre objetos como posavasos o cajas de cerillas. Influido por la idiosincrasia de la empresa de la que escribe, el contenedor es tan importante como el contenido y su libro más allá de explicar y documentar lo que fue Bocaccio, es Bocaccio en sí mismo. En algún momento de la lectura da la sensación de que entre sus páginas aparecerá alguna de ellas manchada con gotas de whisky o ceniza de tabaco, como si alguno de los protagonistas que aparecen en la obra, contando lo que fue "su" Bocaccio, lo hubiera hecho en una de aquellas noches de baile y tertulia. Es la difícil esencia que su autor ha conseguido transmitir, la de Bocaccio y su magia.
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