A finales de los años 60, en un Bilbao conservador y autoritario un grupo de jóvenes inquietos conformaron en la calle Banderas de Vizcaya, la hoy renombrada Telesforo Aranzadi, una especie de Carnaby Street bautizada por la prensa local como "Banderas Street" o "Bocho Street".
Esta pequeña vía del centro de la capital fue hogar de innumerables proyectos que intentaron dar color a una ciudad especialmente gris en lo meteorológico y lo artístico trayendo corrientes culturales que hacían furor entre la juventud de grandes ciudades europeas como París y sobre todo, Londres. La psicodelia y el pop arraigaron allí en boutiques como Coco, Carnaby-2, Stock, Love, Smith & Smith o Amaya, galerías de arte como Grises, tiendas de disco como Vox y primigenias discotecas o "boîtes" como Flash, Drugstore y Bluesville.
La modernidad había llegado a Bilbao y parte de su juventud, sobre todo la perteneciente a las clases acomodadas y altas, encontraron un reducto a orillas del Nervión para bailar más allá del flamenco, los boleros, la copla, la canción ligera y otros estilos omnipresentes en guateques y emisoras de radio. Sus asiduos eran chicos y chicas de "familias bien" que tenían capacidad para comprar la música que sonaba en el extranjero y hacerse algún que otro viaje a Londres donde comprobaron que se podía vivir de otra manera, menos encorsetada y más libre.
Bluesville era la elegancia. Un lugar donde todo estaba puesto al detalle y un señor con gorra de plato y librea te daba la bienvenida al entrar. Allí sonaba mucho jazz y se programaban conciertos de distintos estilos, incluyendo también los de grupos más populares como los Panchos. Por su parte Drugstore y Flash eran de corte más vanguardista y moderno, donde la música dejó de ser tocada en directo por una orquesta para se ser pinchada por el discjockey, algo insólito hasta el momento en Bilbao, con permiso de Whisky Viejo. Sus decoraciones estaban a la última, de hecho Flash se publicitaba como la boîte cibernética.
Aun así los vecinos de la zona no vieron con buenos ojos la aparición de chavales con unas formas un tanto disolutas y unas pintas que, lejos de ser extravagantes, chocaban con la estricta moral de la época. La calle, no obstante, dio otro aire a la ciudad, ofreció una alternativa a zonas más populares como La Palanca y sirvió como punto de encuentro y aliciente para crear programas de radio, grupos de música, publicaciones y nuevos locales donde la juventud, poco a poco, comenzó a romper con lo establecido. Fue allí, en la calle pop de Bilbao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario