Este era un año importante para Ibiza porque a sus noches regresaba una de las salas estandarte de la isla con nuevo concepto y distinto nombre, el antiguo Privilege ahora es conocido en el mundo entero como UNVRS y recobra el trono de la discoteca más grande del planeta. Con capacidad para 10.000 personas, el autodenominado como primer hiperclub del mundo aspira a abrir una nueva etapa en el ocio nocturno desde el pasado 30 de mayo, fecha de su inauguración.
Un mes y medio después me acerqué por allí para vivir in situ esta nueva experiencia y lo hice en una de las residencias que más está dando que hablar, la de Anyma.
La sala ha respetado la planta rectangular de su predecesora propuesta y parece mentira, pero una vez dentro sientes que sigues estando allí, en Privilege. Eso sí, un Privilege del siglo XXI. Acercándote a la entrada te encuentras un OVNI estrellado en el jardín mientras la gran cúpula ha sido reformulada.
Al entrar lo haces en una enorme sala que esconde espacios adyacentes como pasillos con efectos luminosos, hamburguesería, terrazas a diferentes alturas y unos servicios cuya espera se hace amena por la pequeña sala que les antecede en donde hay una cabina con deejay.
Desde el primer momento sentí la sensación de llegar otra vez a Privilege para, desde allí, ser empujado por la fuerza de la música al futuro. Un futuro hecho presente en el que UNVRS no ha dudado en potenciar esa sensación a través de elemento futuristas, de cierta oscuridad tecnoindustrial y una estética basada en el universo, los ovnis, la tecnología y el hombre máquina. Toda una declaración de intenciones que va más allá y establece una idiosincrasia que entronca con la cultura de club más genuina.
Los espectáculos visuales de aquella noche fueron impresionantes y basta echar un vistazo a las redes sociales para que te aparezcan de manera continua al haberse hecho virales durante el estío.
Me gustó especialmente el hombre cuyos musculosos brazos se prolongan en cables luminosos y el ser de dimensiones gigantescas observa a la muchedumbre desde un ventanal acabar la sesión. Una sesión a la que vale la pena acudir para sentir la nueva escena clubbing de Ibiza.
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