viernes, 4 de abril de 2025

LA HISTORIA DEL HIMNO "FLYING FREE"

 

En los años 90, el bakalao valenciano se transformó. Se radicalizó pasando de un eclecticismo sónico a la omnipresencia de una música electrónica industrial y contundente. Masificada la Ruta Destroy, los poderes fácticos la criminalizaron para perseguirla y desde ámbitos internos se mercantilizó desvirtuando su originalidad.  

El movimiento bacala desplazó su capitalidad a Barcelona donde se creó un circuito de discotecas que evolucionaron hacia los postulados más rudos de la música de baile y estableció una nueva movida con su propio sonido: la música máquina. 

Psicódromo, el proyecto de Nando Dixkontrol, abrió el camino y detrás le siguieron nombres tan emblemáticos como Scorpia, Pont Aeri, el 8, XQ? o Chasis, entre otros. 

En ese ámbito, después de una década de beats contundentes y acelerones melódicos, surge un tema que va más allá del movimiento y trasciende. Estamos hablando del "Flying Free".

Pont Aeri era, para entonces, una de las catedrales de la música mákina. El éxito de asistentes era masivo a finales de los 90 y su merchandasing se expandía como un subidón sinfín. Tal y como hacían otras salas de la época, la disco de Terrasa vendía recopilatorios con los éxitos que sonaban en su pista. Pero para el volúmen 4, sus discjockeys, Xavi Metralla y Skudero quisieron hacer algo especial, crear un tema de producción propia que fuese una especie de single comercial para dar a conocer todavía más la sala. 

A los hermanos Escudero se le unió en la producción DJ Ruboy y la voz femenina que cantaba sobre los 158BPMs es la de Marian Dacal. 

La canción apareció en el "Pont Aeri vol, 4" que fue publicado en mayo de 1999 y pasó totalmente desapercibida aquel verano. Cuando sus precursores daban la idea como un fracaso, sin saber el por qué, a partir de otoño cada vez era más pedida, más bailada y unas semanas después ya se había convertido en un gran éxito. Esas navidades apareció en numerosos recopilatorios pero nadie se podía imaginar que la mayor popularidad llegaría superado el fenómeno maquina y con Pont Aeri cerrado.  

Con el nuevo milenio, en la década de los 10, Pont Aeri comienzó a sonar en pubs y discotecas cuando tímidamente se empezaba a hacer notar la música remember. A medida que van pasando los años la canción conquista nuevos espacios como verbenas, bares, cotillones y cualquier fiesta que se precie. Pont Aeri había trascendido el fenómeno máquina y su época para convertirse en un clásico del imaginario popular español. Estaba a dos notas de convertirse en un himno y eso sucedió en el 2020, dos décadas después de comenzar a sonar en Pont Aeri. 

En marzo, mientras permanecíamos encerrados en nuestras casas por la pandemia de COVID, se instauró el fenómeno de compartir música entre la comunidad e incluso llevar a cabo sesiones de deejays para amenizar. Hubo varias canciones que se repitieron como “Resistiré”, “Sobreviviré” y “Flying Free” Desde entonces el tema de Pont Aeri se convirtió en un clásico de la música popular española que cada vez que lo bailamos nos hace volar libres. 

Tienes el video de la historia de Flying Free AQUÍ

domingo, 30 de marzo de 2025

OJETE CALOR REUNE A LA GENTE GUAPA DE BILBAO EN SU CONCIERTO

 

Ojete Calor había citado a la gente guapa para disfrutar de su concierto ayer en el Bilbao Exhibition Centre y para allí que nos fuimos. 

Antes de entrar picamos algo en los bares cercanos al recinto en la zona de Arteagabeitia-Zuazo, unos locales a los que les tengo que dedicar en algún momento un artículo sólo para ellos porque son pura dinamita. Bares de toda la vida, sin florituras ni miramientos donde nos zampamos un bocata de beicon con queso, croquetas y unos morros (que me apasionan). Unos bares llenos de gentes dicharacheras, muchos con sus mejores galas kitchs a base de boas de colores, animal print, diademas plateadas o complementos coloridos y luminosos que lograban crear un ambiente en el que parecía que no había finalizado el Carnaval. Y mientras se degustaba manjares culinarios como torreznos y tortillas de patata, los televisores de dichos bares reproducían videos a todo volumen con los temazos de Ojete Calor y Ladilla Rusa, hedonismo sicalíptico. 

Había tanto ambientazo en la calle que los subnopopers apuramos la entrada al concierto y a falta de un cuarto de hora para las 21.00 la cola para acceder era monumental pero llena de buen rollo, la gente guapa somos así. 

El asunto estaba bien organizado y rápidamente entramos a un espacio abarrotado por unas 5.500 personas. A partir de ahí Carlos y Aníbal crearon poesía electroclash. Casi dos horas llenas de humor, crítica social, baile y hitazos. 

Un espectáculo políticamente incorrecto perfectamente sincronizado y muy por encima de las expectativas. Los grandes éxitos de Ojete Calor se sucedían uno tras otro coreados en masa. Morreo, Agapimú, Opino de que, Extremismo mal... temazos que no nos dieron descanso mientras sus videoclips se proyectaban en una enorme pantalla y desde el escenario no se dejaba de lanzar humo, bengalas y confeti. 

Cuando entrábamos en la recta final de la actuación se sacaron de la manga un karaoke a base de referentes ojete caloriles como Chiquetete, Camilo Sesto, Raffaella Carrá o Georgie Dann entre otros. 

Después de semejante esperpento tocaba bailar la traca final o eso creiamos. Sonó Mocatriz y por supuesto, Viejoven, el oxímoron por antonomasia de toda una generación. 

Se pidió un bis y Ojete Calor no dudó en regalárnoslo. Para ello se encendieron de nuevo las luces, esta vez en tono rojigualdos y sonó el “Que viva España” de Manolo Escobar. ¿Se puede ser más punk?  

A continuación, cantaron “Tonta gilipó, Carlos Ojete nos regaló un “calvo” en honor a su apellido y terminaron despidiéndose a dúo lanzando fotos firmadas, restregadas previamente por sus partes más impúdicas, mientras sonaba “Un beso y una flor” de Nino Bravo. No puede haber un concierto más guapo que el de Ojete Calor.