lunes, 25 de enero de 2021

BAILAR EN TIEMPOS DE COVID

Desde que el ser humano lo es, incluso antes, el baile siempre ha permanecido perenne como un elemento fundamental dentro de nuestra naturaleza. En las cuevas de Altamira, la Roma imperial o en plena Guerra Mundial, las personas nunca han dejado de bailar. Ya sea como forma de cortejo, modo de evasión o pura diversión, la danza nunca se dejó de ejercitar a lo largo de la historia. Sus beneficios son de sobra conocidos por la ciencia y los gimnasios de medio mundo imparten clases de todo tipo con base en el baile para repercutir de una manera positiva en nuestro estado mental y físico.

Bailar, además, constituye una forma de expresión arraigada en lo más profundo de nuestra libertad. La música, las formas, con quien bailas, cómo lo haces o el lugar son parte del baile, algunos de los muchos anexos al mismo y esencia de nuestra idiosincrasia como persona. Por eso determinados bailes y la cultura asociada a los mismos fueron perseguidos y prohibidos por autoritarismos y totalitarios a lo largo de los siglos. Es importante, por tanto, recordar lo unido que está el bailar a la libertad, sin poder entender lo uno sin la existencia de lo otro.

Y ahora, en pleno siglo XXI, azotados por una pandemia global, el baile pasa a ser sospechoso y levanta más suspicacias que nunca. Nuestra seguridad y la del prójimo por encima de todo y de todos. Hoy, en el 2021, uno baila consigo mismo, en su casa o en grupos de 4, 6 ó 10, dependiendo de las autoridades y la curva, la dichosa curva. Hoy los teatros, discotecas y bares están más cuestionados que nunca, cabezas de turco en la lucha contra el maldito virus. Hoy las pistas de baile se cierran y los altavoces emiten silencio porque hay peligro de muerte. En estos tiempos las farmacias han dejado de vender antigripales pero aumenta sin parar la venta de antidepresivos. 

Son malos tiempos para el baile, para la libertad y la diversión. Hoy, como canta Ladilla Rusa, se baila con bozal y a un metro y medio de ti, con prudencia y aislamiento. Puta distancia social, para unas cosas bien y para otras cosas mal.


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