domingo, 23 de junio de 2024

"A TOPE" ES EL LIBRO DE ÁLVARO HERAS-GRÖH QUE RECOGE EL GAMBERRISMO BILBAINO

 Álvaro Heras-Gröh es uno de mis autores favoritos porque sus libros son tesoros visuales que recogen la historia de Vizcaya desde otros puntos de vista, ajenos en gran medida al relato oficial y se consolidan como joyas por su cuidada edición y por su labor documental que se recoge en sus páginas a modo de textos y fotos que garantizan el conocimiento de esa otra Vizcaya para futuras generaciones. 

A sus anteriores libros se le une ahora una nueva obra publicada hace unos meses bajo el título “¡A Tope!  y un subtítulo que explica los nuevos caminos investigados en esta ocasión; “cuadrillas, gamberrismo y delincuencia juvenil en el Gran Bilbao”. En concreto desde 1955 a 1990.  

Álvaro se lanza de lleno a la escritura de un fenómeno que me apasiona, el de los macarras y que en Bilbao ha estado siempre muy presente. Sus barrios periféricos y la margen izquierda de su ría fueron lugares donde se urbanizó de manera apresurada para acoger a cientos de miles de inmigrantes que llegaban a orillas del Nervión con la ilusión de prosperar dejando atrás sus pobres tierras castellanas, gallegas, extremeñas o andaluzas propiciando un caldo de cultivo óptimo para la aparición de la figura del macarra. 

Valiéndose de fotos, escuchando a testimonios de la época y escudriñando la hemeroteca, el autor traza un relato apasionante lleno de sucesos que podrían estar sacados del capítulo de una serie o la trama de una peli, pero que por reales me parecen más atractivos y alucinantes. 

Desde gamberradas de chiquillos a delitos graves cometidos por bandas de delincuentes profesionales, el libro nos ubica en un Bilbao diferente al de ahora, donde la violencia se toleraba y estaba mucho más normalizada tanto en el ámbito privado como en el público. Una ciudad mucho más áspera y ruda en distintos ámbitos como el laboral, social o urbanístico donde la contaminada y nauseabunda Ría del Nervión cruzaba decenas de fábricas humeantes.  

Y es que Bilbao era ya, por aquel entonces, mucho más que su Casco Viejo y el señorial Ensanche vertebrado por la Gran Vía donde se ubica la estatua a su fundador, Don Diego López de Haro, en un extremo y en el otro un monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Ese Bilbao tradicional, católico y burgués se desbordaba dando lugar a esa “otra” ciudad, un reverso barriero de sitios como Otxarkoaga, Santutxu, Rekalde, Zorroza y un poquito más allá Barakaldo, Sestao o Astrabudua, entre otros. Barrios y municipios de clase trabajadora donde residen jóvenes desarraigados y rebeldes a los que les cuesta acatar las normas y tienen como lenguaje propio la pelea y el desacato. 

Ese otro Bilbao donde las pandillas juveniles hacían de las suyas en plazas y discotecas, bailes y bares. Ese otro Bilbao de atracos, robos a punta de navaja o jeringa, tirones, palizas o peleas. Ese modus vivendi que, para algunos, decían que era vivir ¡a tope! Y que, para otros, la gran mayoría, es el Bilbao feo, que se tapa, se evita, se mira para otro lado intentando disimular su existencia. Un Bilbao y Vizcaya cuyo conocimiento nos hace entender mejor la ciudad, la sociedad del momento y nos convierte en personas menos obtusas e infantilizadas, que comprenden la realidad en su totalidad, aceptando la complejidad de esta. Un trabajo inconmensurable hecho por el gran Álvaro Heras-Gröh. 

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