Valencia parece resurgir de manera progresiva y desde hace ya un tiempo para recuperar una posición de privilegio, como la que antaño tuvo dentro de la escena clubbing, con nuevas propuestas en viejos espacios que un día constituyeron una ruta de diversión, baile y cultura alternativa.
Barraca y Chocolate, tal y como sucedió en los años 80, han vuelto a ser pioneras, marcando el camino de esta renovación que va más allá de un revival rutero y ahora se cumplen dos años de la reapertura de otra conocidísima sala, Spook Factory.
El murciélago vuelve a sobrevolar la carretera del Saler y lo hace después de cuatro décadas de altibajos, desde aquel ya lejano 1984 donde la discoteca San Francisco dejó de lado la pachanga y la canción ligera que tanto gustaba al veraneante playero para abrazar la vanguardia musical en busca de sonidos oscuros integrados en lo siniestro, la EBM, el postpunk y estilos que no estaban presentes en las pistas de baile más convencionales.
Tras venirse abajo la Ruta Destroy y criminalizarse la noche valenciana, la sala se mantuvo abierta de manera intermitente a través de la organización de distintas fiestas, con su alquiler para eventos y siempre manteniendo el estigma bacalaero como una losa pesada que incapacitaba alzar de nuevo el vuelo. Hasta que la revisita del fenómeno rutero y su puesta en valor por parte de las nuevas generaciones de clubbers han empujado a un grupo de valientes creativos a establecer una propuesta que mantenga los mismos cimientos y valores del Spook ochentero, pero con sonidos, tecnología y propuestas que encajan con los movimientos electrónicos alrededor del techno de los jóvenes actuales más inquietos.
En la sala se ha conseguido llevar a cabo algo más que un lavado de cara. Es toda una remodelación en la que se han configurado varios espacios diferentes, se ha respetado la filosofía estética del año 84 para encajarla a los nuevos tiempos y se está programando diferentes fiestas y actividades donde se logra atraer diferentes targets, pero siempre con la idea de volver a colocar a Valencia en el mapa de la vanguardia musical y cultural, igual que sucedía décadas atrás. Se trata de consolidar un espacio para que el underground actual pueda desarrollar en el presente sus proyectos musicales sin estar anclados, ni supeditados a lo regido por la masa, cerca de la ciudad y configurando una alternativa a lo establecido. Recuperar, en definitiva, el vuelo del murciélago desde una Valencia con carácter cosmopolita y rupturista, esa vieja nueva Valencia.
Foto del diario Las Provincias
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