lunes, 18 de febrero de 2019

SE ACABÓ EL BUENROLLISMO, HA LLEGADO EL TRAP


A finales de los años 70 y principios de los 80 el punk revolucionó la sociedad. Gente con cresta y "malas pintas" intentaban escandalizar y romper un sistema con el que no casaban. Ya lo cantaban los Eskorbuto, somos "Antitodo". Después el género abrazó la electrónica y con el post-punk la revolución se hizo de otra manera. Góticos y siniestros, raperos, la EBM, el techno, la música makina y sobre todo, el hip-hop intentaron romper, a su modo, estereotipos, modos y maneras. La juventud más inquieta siempre ha ido de mala y rupturista aunque es algo tan poco novedoso como la historia, mínimo, del siglo XX. Pero prosigamos. Desde el nacimiento del nuevo milenio, el hip-hop cada vez era más mainstraim y alelado, la electrónica se hizo masiva con la EDM, también edulcorada y refrita. El house resurgió pero ya no era knucleniano, perdió fuelle y desde luego no era nada transgresor. El pop parecía haber vampirizado las escenas underground más influyentes de la juventud. Culto al cuerpo y estéticas moderadas se apoderaron de las pistas de baile hasta que el reggaeton irrumpió en los altavoces y poco a poco contagió las caderas y oídos de media Europa. Sucio e hipersexual, también con un alto grado de machismo en sus letras, llevaba siendo desde hace casi dos décadas la música más irreverente hasta que, de nuevo, la comercialidad fue azucarando el asunto que acabó por desembocar en un electrolatino megaromántico y empalagoso. 
Y es en este momento, en el que parece que el perreo sería eterno, cuando los jóvenes de medio mundo adoptan como banda sonora el trap. Influenciado por la electrónica, el rap, el reggaeton y otros sonidos como el flamenco la cosa da un giro de 180 grados. Cambia la actitud, los jóvenes ya no van de guays y buenrollismo, los malotes vuelven a estar en auge. La estética es más agresiva, quiere provocar, quiere romper. Regresa la psicodelia y se vuelve a hablar abiertamente de las drogas y la pobreza. Los modelos ya no son jóvenes musculados y muchachas que parecen no haber roto un plato. Ahora lo que lo peta es el parecer que hemos roto todos los platos del mundo y más, si somos mujer. Tatuajes en rostros, cuerpos famélicos, ojeras, oro de color oro, chandal y playeras. El sexo es parte fundamental en esta nueva movida y si es explicito y obsceno, mejor. Aquí la inicativa la llevan ellos pero también ellas, fenimismo a raudales y sobre todo, mucho sufrimiento, mucha cara de perdona vidas, mucho fumeteo y decir cuantas veces mejor "puta" (¿es eso feminista?) Amigos, se  acabó el buenrollismo, ha llegado el trap. Regresa lo incomodo y yo, feliz.

*Foto encontrada en los40.com

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