Este verano he tenido la oportunidad de leer más que nunca, a mi afición por escudriñar Internet se le ha unido la publicación de diferentes libros en los últimos meses que son sumamente interesantes. Indispensables en la biblioteca de un tipo, como yo, enamorado de la pista de baile y los fenómenos iniciados lejos de convencionalismo alguno. Entre los variados títulos que se han ido lanzando, sin duda, la repercusión mayor ha sido para la obra que cuenta la vida y mezclas de DJ Nano.
La biografía de uno de los discjockeys más importantes de la historia clubbing española llama la atención sin necesidad de abrir sus páginas. Y es que en una época donde lo digital arrincona lo analógico el formato físico de este libro es sencillamente precioso y ha sido muy, muy cuidado. Pocos libros de música electrónica pueden presumir de ilustrarse en portada con la oscuridad intrínseca al clubbing, una oscuridad en la que se borda el título de la obra en oro, oro viejo.
Al otro lado de la cabina es la historia de DJ Nano o lo que es lo mismo, José Luis Garana de los Cobos, un joven criado en las calles de Madrid que decidió rebelarse contra el entorno burgués y acomodado que le rodeaba para diseñar su propia vida, la de uno de los artistas más reconocidos en el mundo de la música. Iniciado en la cultura del hip-hop y el graffiti, su famélico cuerpo adolescente pronto encontró un lugar en el que sentirse cómodo y útil en la cabina de las discotecas, con el tiempo en el de las mejores y más influyentes salas del mundo.
El libro escrito junto a Miguel Ángel Bargueño va más allá de la figura del aclamado DJ y se consolida como un documento esencial para conocer el clubbing español de los últimos 25 años. DJ Nano es coetáneo a toda una generación, en la que me encuentro, nacida cuando vio la luz nuestra democracia y se alistó en las filas de la música de baile como canalizadora de la inquietud y rebeldía juvenil. Una generación que bailó la transformación del bacalao valenciano en la makina catalana, que danzó con las melodías y subidones del trance, gastó zapatilla con el renovado y accesible eurodance y el reformulado house del momento. Compartimos noches en locales donde se movía el speed y las pastillas de éxtasis como gominolas y normalizamos una violencia y delincuencia que se hizo excesivamente y lamentablemente pegajosa en la cultura de club. De todos ellos, algunos se quedaron en el camino, otros se salieron de él para enrolarse en vidas adultas carentes de sentido y los menos evolucionaron con la música, fueron dueños de su proceso vital e incluso hubo quien vivió su sueño a costa de esfuerzo y tesón, estoy hablando de DJ Nano.
Fuente: revista esquire
1 comentario:
Tiene muy buena pinta.
Un coetáneo de la generación.
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