En todos los ámbitos y profesiones existen familias que a lo largo de varias generaciones han sido líderes en su sector y referentes para aquellas personas con las que coinciden en cuanto a dedicación. Pero en un mundo cada vez más volátil y competitivo resulta difícil encontrar sagas que se mantengan en la brecha con el mismo ímpetu que hicieron sus abuelos y mucho más complicado que lo hagan surfeando en la cresta de la ola. En España la vida media de las empresas no superan los 12 años, por eso la familia Arnau, de la que hoy os escribo, debería tener una estatua en su nombre.
Y es que si nos centramos en el mundo del clubbing, los Arnau representan la saga con mayor éxito desde décadas atrás, cimentado en un trabajo continuo y arriesgando por ser pioneros en un sector tan cambiante como el del entretenimiento.
A los más jóvenes lectores, les guste o no el mundo de las discotecas, como mínimo les sonara la fiesta Row, en las que más de uno y de dos habrá salido lleno de confeti de alguno de sus excesivos eventos. Row es una de las marcas más populares y seguidas de la escena clubbing, detrás de ella se encuentra la familia Arnau y su origen en esto del show se remonta décadas atrás, muchas décadas. Concretamente nos tendríamos que remontar a los años 70 del siglo XIX cuando los Arnau dirigían cabarets y cafeterías hasta que ya en el siglo XX abrieron un cine en Fraga donde rivalizaban con la familia propietaria del otro cine. El amor, que todo lo puede, hizo que el abuelo y la abuela de Juan Arnau, actual cabeza visible del EL Row, se enamorarán y los cines Florida y Victoria se unieran en una única empresa.
Tras la guerra civil, abrieron una de las primeras salas de baile del país en la misma localidad de Fraga, la llamada Florida, que se fue adaptando a los nuevos tiempos pasando a ser discoteca pero no una cualquiera, una de las más legendarias. En los 90, Juan Arnau padre abrazó la electrónica y se dedicó a recorrer media Europa en busca de ideas y música, la más vanguardista del momento, para que la pincharán en su local los mejores discjockeys del planeta. Así, el fenómeno de Florida 135 se hizo cada vez mayor, atrayendo a miles de jóvenes que peregrinaban desde muy lejos para disfrutar de su original pista de baile, imbuida en la decoración que imitaba estar en la mitad de una plaza. Lanzados en la aventura de la electrónica crean Monegros Festival, otro hito en la historia de la música en España.
Después la familia se trasladó a Barcelona y allí abrieron El Row en la calle Rosellón, una sala que termina por cerrar por cuestiones ajenas a su voluntad. Una vez más, no se rinden, y buscan un nuevo emplazamiento, esta vez junto al aeropuerto, allá por 2008. Se trataba de una antigua granja que anteriormente había sido restaurante y en la que la familia Arnau hizo una espectacular remodelación que casi les deja en la bancarrota. Y es que el comienzo de esta nueva andadura no terminaba por atraer al público que debía de desplazarse a 14 kilómetros del centro de la ciudad. El tesón de la familia hizo repensar su oferta, Juan y Cruz Arnau idearon un nuevo concepto y ofrecieron una sesión dominical donde teniendo muy presente la figura del DJ, este no fuera el centro de la fiesta. Se trataba de devolver el protagonismo a los clientes, a los clubbers que acudirían. El asunto poco a poco fue creciendo y EL Row se convirtió en el gran revulsivo de la escena clubbing.
En los últimos 10 años El Row se ha transformado en una marca internacional, propulsada por su irrupción en la escena ibicenca, logrando organizar sus fiestas en decenas de países con enorme éxito. Y es que sus eventos son cada vez más apoteósicos, más sorprendentes y excesivos. La "experiencia Row" te imbuye y logra una simbiosis en la que el espectador es un actor más de la fiesta. Hoy Juan y Cruz son los responsables de esta expansión que se inició en un pueblecito de Huesca y tantos buenos ratos nos ha dado. Por eso mi reconocimiento a la familia Arnau y para ellos todo el confeti del mundo.
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