Hay una norma no escrita pero que se repite una y otra vez a lo largo del tiempo y que tiene como base la propia redundancia. Es en concreto la ola revisionista reconfigurada en remember que sucede en cada década con respecto a lo acontecido musical, cultural y socialmente veinte o veinticinco años antes. Así en los años 80 se se recupero gran parte de la cultura pop de los 60, en los 90 la cultura disco de los 70, en los 2000 revivimos la movida de los 80 y en lo 2010 no paramos de bailar bacalao. Este mismo blog es producto de semejante fenómeno, cierto es que comencé de manera precoz a reivindicar la Ruta del Bacalao, tan asociada a los 90, cuando en realidad su enjundia se ubica en la década predecesora.
Y ahora, cuando todavía seguimos viendo pantalones de pitillo y saltando con Chimo Bayo, los más inquietos comienzan a revisitar los primeros años 2000. Ese momento en el que el mundo analógico daba sus últimas bocanadas, entre finales de los 90 y primeros de los 2000, justo antes de ser barridos por el tsunami digital de las redes sociales y los smartphones. Y así comienzan a aparecer festivales de "I Love 2000" o los que encumbran al reggaeton viejo como el mejor sonido de la historia.
Y es que los jóvenes de ahora idealizan lo que nunca vivieron intentando recuperarlo para encrustrarlo en el presente mientras los que comienzan a alcanzar cierta vejez sienten nostalgia e intentan revivir lo que nunca volverá a repetirse.
La generación Z se pirra ahora por vestirse al estilo Y2K (Year2X1000), esa que recupera los pantalones de campana de tiro bajo, las plataformas y los accesorios coloristas. Es hora de sacar la ropa del armario y recuperar las cantaditas dance, el progressive y el primer reggaeton. Papi chulo, dame más gasolina, nostalgia como negocio, esa es nuestra cocaína.
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