Cuando era pequeñito mi abuelo solía referirse a los niños que hacían trastadas como integrantes de la Panda del Moco. El termino se quedó desde mi infancia asociado a una forma de hablar divertida y popular asumiendo que la cosa no daba más de si hasta la publicación este mismo año del libro La verdadera historia de la Panda del Moco por Iñaki Domínguez, uno de mis autores preferidos.
Y es que la persona más versada en este país en cuanto a asuntos de macarrismo se refiere, le da una nueva vuelta de tuerca a su ya exhaustiva y extensa investigación para acabar logrando escribir un trabajo en el que se refleja, de forma documentada, que la Panda del Moco existió realmente y que ser macarra, a partir de los años 80, no era patrimonio exclusivo de garrulos de barrio bajo sino también de pijos malotes pertenecientes a vecindarios pudientes.
El título se centra en la célebre panda que aterrorizó Madrid durante un buen tiempo pero aborda otras réplicas que siguieron la estela que dejaron el Francés, el Judío y el Italiano, líderes de la original y pionera panda que plantó cara, a base de full contact y mala leche, a quinquis y maleantes de otros estratos sociales económicamente inferiores, a los que tradicionalmente perteneció el arquetipo del macarra, produciéndose una nueva vertiente en ese submundo que, de manera tan apasionante y certera, relata Iñaki Domínguez.
Una vez más, el autor, carece de remilgos ni miramientos a la hora de explicar la crónica de ese otro Madrid que de no ser por él se iría diluyendo por el desagüe del olvido y que fue tan real, o seguramente más, que el que nos cuenta el relato oficial para el que sólo existe la Movida, idealizando y engrandeciendo aquella ola del moderneo capitalino. Y es que su texto transmite el entusiasmo por contar una crónica llena de fechas, lugares y personas que son parte de la historia popular de una ciudad y un país, seguramente menos azucarada y más amarga que la arista movidera pero que te provoca el no poder despegarte de sus páginas porque rezuman verdad, una verdad contada por sus protagonistas y contrastada por Domínguez, cuya labor en este sentido es admirable, teniendo el valor y la destreza para adentrarse en unos ambientes y ámbitos que no permiten pasos en falso y admiten como tonterías las justas.
Es por ello que antes de apoltronarme en el sofá para enchufarme Netflix por vena con sus historias alineadas con lo políticamente correcto, con ese tufillo a ser supervisado todo desde la moralina estadounidense o con ficción anestesiante prefiero cogerme un libro de Iñaki Domínguez y descubrir o recordar una historia emocionante, por ser nuestra, entroncada en la cultura española, sin moralina y auténtica, lo que la hace vibrante y estimulante.
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