domingo, 10 de noviembre de 2024

LA MARCHOSA BILBAINA CALLE BUENOS AIRES EN LOS 90

 

Toca regresar al Bilbao de los años 90 y principios de los 2000, a su vida noctámbula y marchosa. En ella recuerdo el puente de El Arenal de madrugada lleno de personas que dejaban atrás el Casco Viejo, en especial a la jaranera Barrenkale, para continuar la fiesta al otro lado de la ría en diferentes garitos de Abando y muy en particular en otra legendaria calle bulliciosa, Mazarredo, que junto a sus adyacentes, eran el lugar de moda por entonces. Me flipaba comprobar, desde esa tierna juventud, como determinadas zonas céntricas de la ciudad aglutinaban tanta o más gente por la noche que a plena luz del día. Lugares que bullían por mucho que el sol se hubiera ya escondido hacía un buen número de horas. Un Bilbao vital y bailongo que estaba repleto de locales, atestados de gente con variedad de propuestas y estilos musicales. 

Y una de las zonas que más ambiente tenía es la que resultaba quedar vertebrada por la calle Buenos Aires. Entorno a esta vía se ubicaban varios locales muy divertidos que servían como transición del circuito del Casco Viejo y Bilbao La Vieja al de la mencionada zona de Mazarredo y el muelle Uribitarte. Una especie de frontera donde había público de todas las edades, especialmente más adulto y una oferta noctámbula para que no decayera la noche. 

Al principio de la calle, en la que por aquel entonces era la Plaza España (hoy plaza Circular) estaba el legendario Café La Granja. Un precioso y enorme café de principios de siglo XX que emulaba a los del París de la época y en el que, durante la noche, al menos las de los viernes y sábados, se llenaba de gente variopinta con ganas de bailar y tomar una copa rica. Recuerdo que el público más joven se ubicaba en la zona de la entrada pequeña que daba a la calle Ledesma. Desde allí podíamos ver a Miguel Ángel Monedero, integrante de la star system bilbaina, pinchar temazos  comerciales y hits de todos los tiempos. Paralela a Ledesma está la calle Colón de Larreategui y en ella un pub donde era necesario dejarse caer cada noche, el Magic. Se convirtió en lugar indispensable para un público más adulto y también en uno de los sitios donde más fácil siempre resultó ligar. Que decir eso en el Bilbao de los 90 era mucho decir.  

De allí y tomando, como referencia la calle Buenos Aires, se continuaba bajando hacia otros garitos con esencia más discotequera. El Q&DO era uno de ellos y pronto se convirtió en el local de moda de la noche bilbaina, hablamos de los años 1998-2001 aproximadamente. Dos barras, una decoración moderna para la época, una zona más chill-out y un pequeño balcón elevado, mi zona favorita, junto a la cabina del deejay donde se podía ver todo y de todo. Musicón dance, copazos preparados y buen ambiente en la que ha sido una de mis discotecas preferidas. El garito cerraba sobre las 6:00 de la mañana, pero no servía de excusa para la retirada, al revés, era momento de continuar cruzando la calle Buenos Aires al Crystal. Una pequeña discoteca de dos pisos regentada por el gran Serafín, transformista muy popular en Bilbao, que durante el viernes y sábado a la noche de finales de los 90 y principios de los 2000 se echó en brazos del dance e incluso la máquina. En sus ventanales con vistas al Ayuntamiento te podías sentar para ver el amanecer, momento en el que los camareros cerraban los cortinones rojos para no dejarnos embaucar por Lorenzo y pensar que todavía la noche se prolongaba en el exterior. 

Y si las 8:00 de la mañana, cuando solían chapar, no era suficientemente tarde para regresar a casa, como me podía suceder, Bilbao te daba todas las oportunidades del mundo para no acabar la fiesta y lo mejor es que, además, estaban justo al lado. Detrás del Crystal, en la calle Ripa, había un pequeño local que funcionaba como after, de nombre, el Comics. Hubo un tiempo, cuando el Ayuntamiento comenzó a restringir la jarana, que obligaron a parar la música a los locales durante una hora y el subterfugio que encontraron los garitos fue encender la tele y poner canales musicales tipo MTV a todo volumen. Desde luego aquello no se oía casi entre la multitud, pero daba igual, había ganas de seguir y mientras te tomabas otro cubata más permanecías de charleta hasta que de nuevo el musicón sonaba como era menester. Del Comics siempre recordaré lo oscuro que era, no se veía prácticamente nada y en una de las zonas del local el techo era muy bajo, tanto que los coscorrones eran inevitables si andabas despistado. 

Y para acabar la tourné nostálgica por la zona, del Comic se podía subir un poquito hacia arriba y pasando junto a los cines Capitol y la tienda de discos Power Records (referentes culturales de la Villa) podíamos entrar a otro after. Este estaba en la calle Amistad y era entero de ladrillo. Siempre con un denso humo y unas escaleras para bajar, que siempre dan ese halo de misterio. No recuerdo el nombre pero según me cuentan se llamaba Hall y los lunes era una parada para los más gamberros. Y es que cuando salías de allí podían ser las tres o cuatro de la tarde y las grandes discotecas estaban a punto de volver abrir. Era la época de la fiesta sinfín, del baile interminable, eran los mágicos 90s.  



3 comentarios:

Kalvinklein dijo...

Que recuerdos.
Creo que era en el comic lo de los txupitos de absenta 😁 de todos los garitos que has nombrado iba a todos menos al de la calle amistad que no me suena nada.

La Ruta dijo...

Gracias por tu comentario, no recuerdo los txupitos de absenta pero cierto es que había unos cuantos locales en las que se servía. Y nunca supimos si la leyenda urbana que decía que era ilegal , no era tal leyenda y una realidad :)

Kalvinklein dijo...

Creo que si era ilegal . me parece que las botellas iban hasta camufladas 😁