martes, 2 de febrero de 2021

MALABBABBA, QUE NO PARE EL TECHNO-QUEER

Hacía ya tiempo que no me encrotraba de lleno con alguna nueva propuesta que me produjera una escucha en bucle y sonrisilla de medio lado pero desde hace unos meses esto se acabó. Fue en el instante que me di de bruces con Malabbabba, el grupo formado por Diego Ferrando, Javier Sagredo y Azucena Martínez. Parto de una premisa, si resulta excesivamente clasificar algo, me gusta, y el trío me lo pone tan difícil a la hora de encuadrarles, que me encantan. Ellos se definen como "sonido Valencia" igual que lo hicieron los bacaladeros en los 90, una referencia absoluta e intocable a compartir con este proyecto sónico. El rap, el techno, el electroclash y ese cajón desastre que llaman música urbana son los difusos parámetros donde se desenvuelven de buena manera. 
La estética, otra parte fundamental de Malabbabba, asume elementos de aquí y de allí, se sienten cómodos en lo queer e incomodan con su descaro a los atrincherados en el muermo y lo ortodoxo. Han sido bautizados, según he podido leer por ahí, como un proyecto techno-queer aunque sólo es  una etiqueta,  nunca justas pero en este caso la injusticia es supina en cuanto a los autores de temas como Malabbabba, Venenosa o Pájara, hechos con la única pretensión de pasarlo bien y salir de fiesta, casi nada.
Son excesivas, son circas y se ríen de todos y de todo, empezando por ellas mismas, de un hater te sacan una canción y aunque llevan unos meses sin publicar temazo, espero que no desistan y pronto bailemos nuevo hit.
Espero que así sea porque ellos son el bacalao del siglo XXI. ¡Hu-ha!





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