domingo, 14 de febrero de 2021

NACHO CANUT, EL REVERSO DESCONOCIDO DE FANGORIA


Si Fangoria fuera la luna, símil que le viene acorde a sus reminiscencias góticas, Nacho Canut sería su cara oculta. Y es que, desde que se unieran una mañana de Rastro en Madrid a finales de los años 70, Alaska siempre asumió la parte más mediática del proyecto. Ella aceptó ser la relaciones públicas de lo que derivó, con el tiempo, en una pareja artística. Tuvo que pasar más de 10 años de selección natural, como ellos dicen, para llegar a fundar Fangoria o lo que es lo mismo, ser el dúo más prolífico e influyente del pop español. Ella siempre fue la parte más dulce, más serena y simpática que siempre describía a Nacho, con sus propias palabras, como una especie de cactus del que te puedes llevar unos buenos pinchazos en caso de acercarte. Con el tiempo, dos que tocan la misma canción se vuelven de la misma condición, sus caracteres se han ido mimetizando, siendo actualmente Canut mucho más abierto y padeciendo Olvido cierta misantropía. Por eso el chico punk, rebelde y callado de los 80 se ha ido soltando progresivamente en las entrevistas a la hora de compartir inquietudes y reflexiones que, por desgracia, han coincidido en el tiempo con la dictadura del click o lo políticamente correcto, algo que no va para nada con este valenciano que se crió en Madrid.

Robot de corazón y humano en apariencia, nunca tuvo que salir de un armario porque jamás estuvo metido en él aunque tampoco nunca fue abanderado de nada porque su forma de ver el mundo funciona de otra manera, alejada de caudillos y líderes de hojalata. Por eso, su única militancia ha sido la del sentido común que tan poco común nos resulta. Fundó Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Parálisis Permanente, los Vegetales, Dinarama y los Intronautas, casi nada. 

Cuando en 1984 publicaron "Deseo Carnal" y le entregaron la Visa Oro se sintió rico pero no cómodo entre una élite popera patria con la que poco tenía que ver, así que en 1989 abrazó la electrónica y fundó Fangoria con su inseparable Alaska para caer en el más profundo de los underground, sin discográfica y viviendo de lo que ganaba como discjockey los fines de semana. Y es que Nacho ejerce de "pincha" desde los años 90 con pseudónimos como Mr. Canut o Calígula 2000. 

Componer "Bailando" o "A quién le importa" le eleva, por merito propio, a la aristócrata del hit patrio pero su incombustible inquietud y creatividad le ha llevado mucho más allá. Nacho Canut también ha escrito artículos, llevado a cabo exposiciones, ha publicado un libro con sus originales fotografías y ha producido discos bajo el sobrenombre de Jet7. Él considera que lo ha hecho por aburrimiento y no se tiene así mismo como músico, articulista, productor o fotógrafo. Sencillamente ha tratado de construir un mundo, el suyo, ajeno pero integrado en una sociedad que en más de una ocasión aborrece y que con los años ha aprendido a tolerar o, al menos, a relativizar.

Nacho Canut, es una persona a reivindicar pese a que a él seguramente no le gustará porque en el fondo sigue siendo ese adolescente irreverente y punk, feliz en la discreción que te proporciona el segundo plano. Por eso quiero acabar este artículo con una anécdota que ilustra su grandeza. A lo largo de su carrera nunca se atrevió a pedir un selfie y cuando lo hizo ya de mayor, se lo solicitó a C. Tangana. Antón, en ese instante, no supo quién era y le sucedió algo parecido a aquello que contaban los Pet Shop Boys de no ser reconocido en una alfombra roja. Se cerraba el círculo para ser un verdadero elemento pop. 



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