martes, 9 de noviembre de 2021

DISCO LIGHT, CUANDO EL TARDEO ERA ADOLESCENTE

 Mucho antes de que se pusieran de moda los tardeos, la gente ya salía de fiesta en horas vespertinas. De hecho, muchos cuarentones que hoy se dejan caer en las fiestas que se propagan por toda España a partir de eso de la media tarde, seguían los mismos patrones hace un par de décadas atrás.

Y es que hubo un momento, sobre todo a partir de los años 90, que el furor por salir a bailar fue tal que las discotecas abrieron sus puertas en sesiones para adolescentes, de entre 13 y 17 años. De esta manera se cubría la demanda de un importante sector de la población que tenía ganas de marcha pero veían como las pistas de baile eran un territorio vetado hasta cumplir la mayoría de edad. Son las llamadas sesiones light, que se prolongaban hasta casi la media noche y donde los más jóvenes pasaban sus fines de semana de pubertad. Y aunque el nombre tranquilizaba a los padres, de ligeritas no tenían nada aquellas tardes de excesos y fiesta. Para empezar, cabe recordar, que en aquellos tiempos los mayores de 16 años podían consumir alcohol de baja graduación y fumar tabaco sin que nadie se rasgase las vestiduras. Por otro, que el acceso a bebidas más duras y el pululeo de drogas era constante en unas salas donde el desfase a base de música makina y eurodance era perpetrado cada fin de semana. El previo solía estar en kinitos y botellones desarrollados en los bares colindantes a la disco para ir calentando motores y acudir a la discoteca con el puntillo. Luego era cuestión de mantenerlo a base de malibú-piña, licor 43 y otros combinados de sabores dulzones y resacas de bandera roja. 

Sin smartphone con los que perder el tiempo, se bailaba en el aquí y el ahora. Y los match de la época venían precedidos por un "mi amigo quiere contigo" a lo que generalmente se respondía que no. Esas miraditas en la cola de los baños o la barra eran habituales en unas salas oscuras llenas de luz de estrobo, tan acorde a la estética maquina y hardcore. Unas miradas que servían a través del lenguaje corporal, el único posible, como seña de interés para luego solicitar baile en el momento de los lentos. Esa media hora en la que Sergio Dalma, Alejandro Sanz o Malú se hacían con los altavoces para animar a la pecatería juvenil a bailar pegados, tal y como cantaba Sergio Dalma. Los más duros de la pista lo utilizaban para hacerse un porro no muy lejos de la puerta de entrada, apoyado en su scooter trucada mientras intentaba no borrar aquellos matasellos impresos en la muñeca o las manos, algo que en realidad no llegaba a suceder hasta el jueves siguiente. Justo el día en el que comenzar a fantasear con el inminente nuevo fin de semana, ese que está a punto de comenzar y en el que acudir a la disco era una obligación de aquella generación que hoy se encuentra a las mismas horas, en sitios parecidos donde suena idéntica música estirando el chicle sine die.




2 comentarios:

OPIAZEO dijo...

Guau por un momento me he visto en el garden en Bilbao, esperando a bajar esas escaleras con 400pesetas(de repente eran 4€)en la mano, que valian para pedir una copa de 43 con chocolate por ejemplo jajaja, que recuerdos las lentas tambien, ese relato es pura verdad en mi caso, me da pena ver que esa sala es ahora un supermercado, muchos recuerdos se quedaron alli

La Ruta dijo...

Me alegro que te haya gustado el artículo. Y buen ejemplo el que nos has contado de tu vivencia, bajando aquellas escaleras del Garden. Yo iba, sobre todo, los domingos.