Aunque haya sido uno de los últimos lugares en cuajar el concepto del tardeo, en Vizcaya, ahora, arrasa de manera inusitada. Y es que son múltiples los locales que ofrecen una alternativa vespertina a su clientela, que se pirra por la fórmula de salir prontito de casa o alargar la sobremesa para bailar hasta medianoche y poder disfrutar del domingo sin agonizar en el sofá con sobredosis de ibuprofeno.
Una de esas sesiones que lo está petando es la que organiza de manera mensual el deejay Alfredo Barrios en el New Vos de la calle Zaballa de Barakaldo. Por eso, este pasado sábado me acerqué por allí para comprobar “in situ” que es lo que se cuece en una calle y una sala que son leyenda en la vida noctámbula vizcaína.
De camino hacia el garito barruntaba que quizá no había elegido el mejor día para acudir porque coincidían en Bilbao el concierto de Estopa, partido del Athletic, un tiempo de perros y la gala de Eurovisión por la tele. Seguramente la pista estaría desangelada ante tanta oferta para un nicho de gente al que principalmente iba dirigida la fiesta, centrada en la música de los 80 y 90. Al llegar comprobé que no era asi porque el pub estaba repleto de gente en un aforo que se iba quedando pequeño a lo largo de la tarde y que al poco rato ya estaba abarrotado. Pronto entendí el éxito.
Desde la cabina ubicada al fondo Alfredo Barrios pinchaba temazo tras temazo pop, rock, dance, rumba... mientras animaba con el micro la jarana. Su labor hacía de la propuesta ser diferente a otras e imprescindible para crear un buen rollo impresionante. Era como estar en un programa de radio donde podías hacer peticiones musicales, saludar a tus amigos y participar en concursos. Sin remilgos, ni prejuicios te colocaba “El toro y la luna” o el “Freed from Desire ” para un público que lo daba todo y según pasaba la tarde se animaba cada vez más. Siempre me gustó salir por Barakaldo porque la mayoría de su gente, diversa y divertida, es de la que sabe pasárselo bien y en el tardeo del sábado me recordó a esas noches de hace ya unos cuantos años, las mismas en las que pinchaba Alfredo, donde se bailaba todo lo bailable.
Y como entonces, también en esta ocasión, había un fotógrafo que retrataba el momento para atesorar un recuerdo sin la necesidad de tener que estar pendiente de los móviles. Los cubatas, por otra parte, estaban riquísimos y es que lograr juntar a un equipo de camareros tan simpáticos como los del New Vos es pieza clave para volver a un local.
No eran ni las diez de la noche y ya había sonado “Flying Free”, la pista se había venido abajo y faltaba un buen rato para acabar el sarao. Para ese momento ya me había dado cuenta de que los tardeos del New Vos son más que recomendables y escribir este artículo para contártelo era imprescindible.
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