Hoy, el día en el que todo Madrid sueña con encontrarse a la vuelta de la esquina con Taylor Swift, víspera de su doble concierto en el Santiago Bernabéu, voy a escribir la crónica de la otra gran actuación internacional de la semana en la capital, estoy refiriéndome al live de Thirty Second To Mars el pasado lunes en el WiZink.
Seguramente te parecerá raro que publique un artículo acerca de un grupo de rock, dado mis preferencias por otros géneros, pero lo de los hermanos Leto va mucho más allá del rock y por supuesto de la música. Quedarme en ambos conceptos sería demasiado encorsetamiento para un directo no apto para puristas y sí para amantes del espectáculo, como yo, donde pude encontrar elementos muy dispares y con reminiscencias al wrestling americano, una misa animada, el circo, la pista de una discoteca, el cabaré, un festival, una fiesta de cumpleaños o una película de Hollywood, entre muchos otros.
El concierto fue un auténtico show que dio inicio con una cuenta atrás narrada por una voz robótica mientras Shannon y Jared aparecían en las grandes pantallas camino del escenario. Una iluminación apabullante, globos, fuego, chispas y confeti, cantidades ingentes de confeti no dejaban espacio para el descanso.
Jared Leto ejerció de lo que es, una estrella del rock&roll. El estadounidense hizo participe de la fiesta al público en todo momento, estableciendo una especie de comunión entre las miles de personas congregadas en el pabellón. Todas ellas coreando al unísono tema tras tema, bailando, botando y elevando sus brazos haciendo la señal del triángulo. Además, Jared, que se atrevió con diferentes frases en castellano, incorporó en la actuación constantes guiños al público español. No se cortó en nada, como es él, animándose a lucir una camiseta de la selección de fútbol, la bandera rojigualda, una chaquetita “made in Palomo Spain” y tocar “Alibi” en acústico con guitarra española.
Por supuesto, también se bailaron “This is War”, “Stuck”, “Beatiful Lie”, “Rescue Me” y otros himnos que nos llevaron al final de la noche y con él, la apoteosis mesiánica en la que Jared Leto subió a decenas de seguidores encima del escenario para acabar con la emblemática “Closer To The Edgeen”. Madrid arde y el confeti cae con más fuerza que nunca mientras los presentes lo graban todo.
En el Madrid de los 80 se decía de algo inusual, divertido, raro, genial, inclasificable, distinto que era una marcianada. Lo del lunes fue una marcianada mayúscula, una hipérbole marciana, un ditirambo que nos hizo sentir que estamos a 30 segundos de aterrizar en Marte.
foto:live nation
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