Hace unas pocas semanas la editorial Liburuak ha lanzado otra joya en forma de libro con una edición en tapa dura preciosa donde se mezclan el azul más tendente hacia el celeste que al Bilbao y un transistor que evoca tantos momentos radiados en épocas pasadas. Bajo el título “Puto boomer” Roberto Moso hace balance de una vida, la suya, intensa e interesante.
Fan de Moso, como soy, rápidamente acudí a la librería más cercana para comprar el libro y devorarlo en un abrir y cerrar de ojos. Quería saber la perspectiva vital en el momento de la jubilación de este joven proletario de la Margen Izquierda de la ría de Bilbao enrolado en la rebeldía rockera de los años 80 y con una larga carrera profesional en el periodismo y los medios de comunicación.
Fiel a su estilo honesto y sencillo, la historia de Roberto Moso se entrelaza con la de tantas y tantas personas que han vivido unas décadas complicadas en la Bizkaia del último cuarto de siglo donde fenómenos como la epidemia de heroína, la del SIDA, el terrorismo etarra, el terrorismo de Estado, la corrupción o la desindustrialización tenían que compatibilizarse con el nuevo régimen que intentaba abrirse camino para terminar, de una vez por todas, con la dictadura franquista.
La música, como no podía ser de otra manera, está en todo momento presente y entre las páginas suenan una cantidad ingente de nombres tan dispares como Eskorbuto, Rolling Stones, Ella baila Sóla, Zarama, Los Bravos, Lou Reed, los Beatles... Un veterano de la radio y los conciertos, amante de la música encima y debajo del escenario, de orejas desprejuiciadas y con la humildad suficiente para estar al tanto de las nuevas corrientes debía escribir acerca de la música y todo lo asociado a ella. Pero también lo hace de política, cultura, filosofía, fútbol, amor, familia... porque Roberto, siempre inquieto y valiente, se mete en los jardines que haga falta. Y es que rememora acontecimientos que le han marcado para siempre y de los que, en no pocas ocasiones, ha vivido en primera persona.
Al leer el libro me he sentido identificado con tantas y tantas cosas, me he sentido cercano a las vivencias de un tipo honesto, sin extravagancias, ni aires de grandeza. He sentido compartir con el autor un lugar y un tiempo, que en esta era de la globalización y la grandilocuencia resulta difícil porque los lugares comunes y cercanos se diluyen. Resulta siempre más beneficioso para los mandamases el intentar mantenernos enfrentados en una pelea constante y absurda por uno u otro motivo. Y es que al final, un día, sin que apenas te cerciores del paso del tiempo, te encuentras con tu hija, que va de camino al botellón o la discoteca acompañada de su cuadrilla, como tú lo hiciste con tu padre hace nada, otro momento mágico relatado en el libro. Y ese “nada” es la vida, un conjunto de recuerdos maleables en nuestra memoria. Háganle caso a Roberto Moso.
Foto encontrada en www.los40.com
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