Salou siempre ha sido uno de mis lugares preferidos porque reúne elementos que me gustan como la cercanía a mi lugar de residencia, el clima, las playas y una vida nocturna animada y jaranera con locales diurnos y nocturnos de estética kitsch, mucho neón y coloridas luces y un circuito de discotecas que considero histórico y con un alto valor cultural, al menos en esa cultura alternativa a la oficial en la que tan feliz me muevo e intento siempre poner en valor.
Salou siempre fue un lugar para pasarlo bien y eso lo saben las diferentes generaciones de españoles y foráneos que han recalado por allí. Personas a las que otras han mirado por encima del hombro por considerarlo un destino lowcost y vulgar, siendo en el fondo, por mucho que les pese, una propuesta no tan alejada de la de Ibiza o Marbella. De hecho, Marbella e Ibiza, acabaron, con el tiempo, siendo un poco lo que la jetset criticaba de Salou, Benidorm o Torremolinos.
A día de hoy sigue en pie la sala Flashback ofreciendo en su enorme espacio las fiestas más espectaculares, igual que lo lleva haciendo desde el año 1969. También continua Bus Stop. Y en la zona de marcha por excelencia, la calle Carles Buigas y adyacentes, tenemos dos incombustibles clásico, Kiss y Enjoy.
En la misma calle se sitúan mis tres salas favoritas de Salou, al que le apodan el Miami español, os cuento cuáles son.
La primera es Tropical, que ha adquirido la discoteca contigua (por cierto, me encantaba, aunque no recuerdo su nombre) para ampliar su ya, de por sí, gran club. Tomarte un cocktail en la terraza de Tropical es muy top, su personal es de 10 y la puesta en escena una de las mejores. Por eso no es de extrañar que sea considerada como uno de los mejores 100 clubs del mundo. Tiene varias salas con músicas diferentes y sus fiestas y actuaciones son las mejores.
Al terminar la calle nos encontramos con una esquina muy marchosa. A un lado está Medussa, el nombre actual de una pequeña disco que estuvo en el candelero marchoso durante muchos años, aunque permaneció cerrada un tiempo. Pero si por número de años nos tenemos que guiar, en la esquina de enfrente está uno de los clubs más longevos e influyentes de todo el país, La Cage de Medrano. Abierta en 1967 siempre fue un referente en el mundo clubbing patrio. Un espacio diáfano con gran terraza que supuso en los años 80 la entrada de sonidos distintos a las pistas de baile más allá del pop, el dance, la disco music y el funk. Allí se comenzó a pinchar sonidos más oscuros, más siniestros y el primigéneo bacalao que ya hacia furor en Valencia. The Cage siempre gozó de una gran personalidad y carisma, y en aquellos finales 80 y 90 estuvo a la vanguardia del país pinchando sonidos New Wave, synthpop, gothic, EBM y electrónica.
A The Cage se le colgaron dos cerezas y se transformó durante muchos años en Pachito, el hermano pequeño del Pachá La Pineda que contaba con un aforo de 4500 personas. Con los años The Cage fue adaptándose a los nuevos sonidos, primero houseros y luego reggaetoneros. A día de hoy ha perdido la influencia que tuvo en décadas anteriores, pero resiste el paso del tiempo con cierta vuelta a los orígenes.
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